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jueves, 17 de mayo de 2018

El significado de la sincronicidad en la conciencia humana


La sincronicidad como experiencia dadora de sentido
en la modernidad desencantada


Que Jung ideara el concepto de la sincronicidad en colaboración con el físico Wolfgang Pauli, ganador del Premio Nobel y paciente de Jung, es apropiado, puesto que en el fondo la sincronicidad no es meramente un concepto psicológico, sino psicofísico y psicoide. Se trata de una posible teoría integral con la que se puede explicar la relación entre la conciencia (o el espíritu) y la materia desde una perspectiva que trasciende el pensamiento dualista y el reduccionismo cientificista. Como sabemos, la física cuántica ha debido lidiar con el problema de la observación o el hecho de que los fenómenos materiales a nivel subatómico no parecen existir de manera independiente de su medición u observación. Por ello se han producido interpretaciones que sugieren una interdependencia entre el acto psíquico de observar y la materia. De aquí que Jung sugiriera la posibilidad de que los psíquico y lo material fueran manifestaciones de una misma realidad subyacente:
Ya que la psique y la materia están contenidas en uno y el mismo mundo, y más aún están en constante contacto entre sí y finalmente tienen como soporte factores trascendentes e irrepresentables, no es sólo posible sino incluso altamente probable que la psique y la materia sean sólo dos aspectos de una misma cosa. (Obras Completas, Volumen 8, párrafo 418)

Esta unidad psicofísica fue llamada por Jung, usando el término del alquimista Gerhard Dorn, el unus mundi. Estos factores trascendentes e irrepresentables son el inconsciente con sus arquetipos y el átomo o las partícula subatómicas (en el sentido de que estas partículas son indeterminadas, como dijera Heisenberg, no son cosas, son probabilidades o potenciales). Vivimos en un mundo paradójico, donde nuestros constituyentes básicos yacen más allá de nuestro alcance y sin embargo los podemos conocer indirectamente a través de sus efectos: el colapso de la función de onda, la proyección de la sombra, etc. Otra colaboración entre un físico y un hombre ligado a la espiritualidad, entre David Bohm y Jiddu Krishnamurti, consolidaría el concepto similar de la totalidad implicada o el holomovimiento. De nuevo, un substrato trascendente unitario del cual emerge el mundo de la realidad manifiesta diferenciada.

La sincronicidad se ha convertido en un concepto altamente popular -a veces de formas que no le hacen justicia dentro de la espiritualidad new age- puesto que apela a una intuición y a un deseo que es compartido por gran parte de la humanidad. Esto es, la noción de que el mundo tiene sentido y que nuestros pensamientos y estados mentales no están separados del mundo exterior físico e incluso llegan a resonar y a aparecer como eventos externos. La fantasía de que en nosotros existe cierta creatividad luminosa, no del todo lejana a lo divino. Podemos decir que de no haberse creado por Jung, hubiera sido necesario inventar el concepto de sincronicidad. Aunque éste sea en varios aspectos sólo una versión más moderna -formulada en un lenguaje preciso que se acerca a la ciencia- del pensamiento analógico de la antigüedad, de la doctrina de la signaturas y las correspondencias. Como expresa el adagio hermético: como es arriba, es abajo; la sincronicidad parece expresar: como es adentro, es afuera. O al menos ciertos momentos de alto significado e intensidad logran irrumpir con fuerza numinosa y disuelven la frontera que separa lo interno de lo externo, lo psíquico de lo material. 

Por supuesto, la ciencia no toma las sincronicidades -coincidencias significativas acausales- como fenómenos objetivamente reales, los descarta como sugestiones psicológicas, confusiones y proyecciones de sentido, como la llamada pareidolia. Pero estas explicaciones no quitan la sensación de significado, propósito y numinosidad que dicha experiencia provee en el individuo. Sea invalida para la ciencia su experiencia o no, el individuo se alimenta del carácter subjetivo y esto es lo que moldea su vida y le permite encontrar propósito y motivación. La racionalidad moderna no ha podido despojar al universo de la necesidad de experimentar el mundo con una cierta dosis de magia, y esto no necesariamente está limitado a lo paranormal o a lo religioso, las personas suelen creer que sucesos como encuentros amorosos, oportunidades de trabajo y demás ocurren bajo misteriosos principios de atracción, predestinación o intención. Joseph Conrad expresó esta noción demasiado humana cuando dijo "es la marca de un hombre de poca experiencia no creer en la suerte". 

La racionalidad moderna no es capaz de tapar estos intersticios por donde las fuerzas mágicas y caóticas invaden la psique. Y es que la misma microfísica da cabida para la acausalidad y el indeterminismo en sus teorías. Esta hendidura de lo acausal, de lo indeterminado, es de alguna manera también el espacio para lo mágico y misterioso, el conducto numinoso por el cual el constructo inexorable de la realidad mecanicista se ve invadida y subvertida por un demonio o un dios. Es esta la "fantasmagórica acción a distancia" que Einstein aborrecía pero que nadie ha logrado exorcizar del impoluto edificio de la ciencia. 

La experiencia de sincronicidad, valga la redundancia, es dadora de sentido. Esto es lo fundamental. En un mundo que es caracterizado por la pérdida de sentido, estos rescoldos de pensamiento mágico son vitales, son los jirones de los cuales se agarran las personas para no perecer en un mar mecánico de inerte desolación e impotencia. La sincronicidad da sentido, como mencionamos ya, pues sugiere que lo que estamos pensando y viviendo en nuestra psique no es un insignificante y estéril soliloquio: la naturaleza responde -está viva y rebosa de sentido, es un símbolo del espíritu como notó Emerson. 

Existe articulación, conexión verdadera, ecos íntimos entre los hombres y las piedras y las plantas.... Y esto revela, entonces, que el cielo y la ciudad en la que se representan los signos de nuestros pensamientos y deseos, deben también de estar dentro de nosotros. Un firmamento interno, como dijo bellamente el alquimista suizo Paracelso, y un mundo afuera capaz de acomodar a los arquetipos, de recibir la encarnación del pensamiento. El gran maestro neoplatónico Plotino en sus visiones experimentó la sincronicidad como una gran sinfonía:

Las estrellas son como letras que se inscriben a cada momento en el cielo. En el mundo todo está lleno de signos. Todos los acontecimientos están coordinados. Todas las cosas dependen de todas las demás. Tal como se ha dicho: todo respira junto.

El profesor Stephan Hoeller, relatando el famoso evento en el que un escarabajo dorado apareció en la ventana al momento en el que un paciente le relataba a Jung su sueño con un escarabajo dorado, dice lo siguiente: "el evento interno (el sueño) fue fortalecido y  cobró un foco significativo a través del evento externo (el insecto en la ventana)." La sincronicidad parece decirnos que nuestros sueños e imaginaciones son reales, que pueden brotar al mundo externo y así legitimarse y vitalizarse más allá de la mera elucubración. En una época en la que la fantasía y la subjetividad son vilipendiadas, necesitamos una confirmación externa de que hay cierta potencia y eficacia en nuestras imágenes y deseos profundos. La sincronicidad nos parece decir que realmente tenemos en el fondo de nuestra psique un tesoro enterrado, lleno de gemas preciosas que pueden salir a la superficie y brillar a la luz del sol (que es la conciencia). Finalmente, el sentido de la sincronicidad, que Jung entiende como la manifestación visible de un arquetipo -y por lo tanto como la posibilidad de hacer consciente dicho arquetipo-, es una constelación de la mente consciente o ego con el inconsciente y ese arquetipo central que es el Sí mismo (Self, Atman). 

En otras palabras, al borrar por un momento la barrera entre materia y espíritu, entre afuera y adentro, la sincronicidad nos da un atisbo de la totalidad dinámica del ser (wholeness). El sentido lo es tal, en su más alta acepción, porque elimina la conciencia de alienación; el sentido es integración, es entre-tejernos en una alfombra de símbolos vivientes, en el (psychic)spacetime continuum. Richard Wilhelm, el erudito traductor de textos chinos, gran amigo de Jung, tradujo el Tao como "el sentido" (Sinn,en alemán). Herbert Guenther, traductor de textos budistas, ha traducido "dharma" como "meaning", también "sentido".  Es posible que aquello irrepresentable y trascendente, lo absoluto, el Pleroma, En Sof, Brahman, Dharmakaya, aparezca y se haga conocido en el ser humano meramente en el sentido. Dios no sólo geometriza, como dijo Platón, Dios se simboliza en el hombre. 

Sentido y significado, tanto una sensación vital de propósito, de sendero y misterio por recorrer y pertenencia en el misterio, como una profusión simbólica, un vínculo con algo más allá de lo aparente que se expresa través de la belleza y el secreto, engranajes del axis antropocósmico y teándrico, gran máquina epifánica que rasga el velo de Maya y muestra el vórtice donde se celebra la eterna unión entre el rayo y el loto, entre la serpiente y la paloma, entre el azufre y el mercurio, entre la rosa y la cruz, entre el cielo y la tierra y todos los pares de opuestos cuya unión simboliza la integración del todo en la conciencia. La experiencia de sentido es la unidad de Eros y Logos: la vitalidad (el arte, el deseo y la conexión) y el entendimiento (el orden y el intelecto), Upaya y Prajna, Shakti y Shiva. En la sincronicidad se revela una harmonia mundi

La psique que anima y la physis que es animada son solo dos gloriosos peones en el numinoso tablero de ajedrez trascendental del sentido autosubsistente, movidos por poderes insondables e innombrables que residen en el estado del Pleroma de la totalidad del ser.  (Stephan Hoeller)


* Citas tomadas de The Gnostic Jung
Twitter del autor: @alepholo
https://pijamasurf.com

sábado, 12 de mayo de 2018

Las cinco reglas de la felicidad, de acuerdo al Budismo Tibetano



El Budismo, como muchos conocen, más allá de ser una religión, es una filosofía, que cualquier persona interesarse en explorar o sumergirse en el mundo espiritual, puede tomar de guía.
Las reglas de la felicidad están asociadas con los llamados venenos del budismo, todas ellas se entrelazan entre sí y nos hablan especialmente de las cosas de las cuales debemos liberarnos y cuáles debemos hacer parte de nuestras vidas.

Libera tu corazón del odio: El odio es uno de los peores sentimientos que podemos albergar en nuestro corazón, nos hace daño a nosotros mismos, además de impulsarnos a dañar a otros. El odio no nos permite avanzar, nos limita y nos nubla el buen criterio que podamos tener al momento de toar decisiones.
Libera tu mente de preocupaciones: Nada ganamos con preocuparnos, pero en el proceso perdemos lo más importante: nuestra paz, el hecho de agobiarnos planteándonos escenarios que no van a ocurrir, nos coloca en una posición de debilidad, donde la claridad no estará presente y los mecanismos de resolución de conflictos se distanciarán de nosotros. Cada momento de tu vida que le dediques a preocuparte le estará dando más fuerzas a aquello que justamente te preocupa, seguirás manifestando en tu vida más de lo mismo, porque justamente a lo que te resistes persiste. Mientras menos mente esté sobre lo que roba tu paz, más pronto las cosas cambiarán para mejor.

Libera tu corazón del orgullo, usando el antídoto de la humildad: La humildad es la conducta que nos permite perdonar, aceptar nuestros errores y ver de forma compasiva al otro, sin juzgar, solo entendiendo que cada uno de nosotros está en medio de su proceso evolutivo y que más de una vez nos equivocaremos, más de una vez lastimaremos a alguien, más de una vez tomaremos caminos que creeremos son incorrectos, así como podemos vernos afectados por las decisiones y acciones de otros. Deja atrás el orgullo y adopta la humildad en tu vida.
Abre tu corazón a la generosidad y di no al egoísmo: El egoísmo no debe confundirse con el amor propio, ciertamente debemos amarnos y cuidarnos, sin embargo, siempre debemos aportar nuestro grano de arena, debemos encontrar la satisfacción al dar, al compartir, al reconocer en el otro sus éxitos y sus esfuerzos. El dar nos ensancha el corazón, nos hace agradecer que por poco o mucho que tengamos, poseemos la grandeza y la oportunidad de dar.

Acepta más, espera menos:  Aprender a aceptar lo que nos ocurre, no significa resignarnos a algo, significa adoptar una conducta que nos afectará mucho menos y nos permitirá aprender de cada experiencia, fluyendo con cada uno de nuestros procesos. Al no esperar nada, eliminamos la potencial frustración de que las cosas no resulten como pensábamos, trabajemos cada día confiados en que estamos dando lo mejor de nosotros y con esa siembra lo que obtendremos será de esa manera.
Adóptalas para ti y sintoniza con tu felicidad.

Sara Espejo 
https://rincondeltibet.com

jueves, 19 de abril de 2018

4 enseñanzas del Tao para manejar a las personas difíciles

Dentro de las enseñanzas del Tao se hallan también esos sabios consejos para tratar y manejar a las personas difíciles, a esas presencias que nos roban energía y que a menudo ponen cerco a nuestros caminos. Según los principios de Lao-Tse, en estos casos lo mejor es mantener la serenidad, vaciarse de emociones negativas y quitar poder a quien disfruta arrebatándonos la calma.
Si echamos un vistazo a las últimas publicaciones que hablan sobre cómo mejorar nuestro estilo de comunicación y sobre cómo alcanzar el éxito en el trabajo, hay un tema que se repite con frecuencia: la necesidad de aprender a manejar a las personas difíciles. Ahora bien, somos conscientes de que esa etiqueta le da nombre a un pequeño cajón desastre, y que por tanto conviene definir, antes de nada, qué entendemos por personalidades difíciles.
Dentro del mundo de la empresa y del coaching se tiene constancia de que para sobrevivir en nuestros contextos sociales, debemos convivir a la fuerza con unos perfiles de personalidad muy concretos. Nos referimos a las personas pasivo-agresivas y a las narcisistas. Son presencias que pululan en casi cualquier escenario, que hacen uso del abuso verbal, de la manipulación y que en ocasiones, su mera presencia ya nos enturbia.
En los últimos años, gran parte de las publicaciones que tienen como objetivo enseñarnos a manejar a este tipo de situaciones se nutren de las enseñanzas del Tao por varias razones. La primera por su buen manejo de las emociones, la segunda por la adecuada gestión de esos estados con los que podremos, en última instancia, afrontar el abuso del poder, poner límites y mejorar nuestros estilos de comunicación.
No importa que los textos de Lao-Tse tengan tantos siglos de antigüedad. Dicho legado sigue siéndonos muy útil.

1. Controlar a las personas difíciles sin necesidad de luchar con ellas

     ►Controlar al enemigo sin luchar con él es la más alta habilidad.
                                                              Gichin Funakoshi

Dentro de las enseñanzas del taoísmo se ensalza el símil de que vivir es como fluir por un río. Dejarnos llevar por su cauce sin resistencias es parte de esa armonía de la que todos deberíamos disfrutar.
Ahora bien, conceptos como la lucha, el enfrentamiento o la resistencia son la antítesis de esa idea, de ese concepto donde se nos anima simplemente a avanzar con ánimo y flexibilidad. Así, quien elija, por ejemplo, hacer uso de la discusión, de la afrenta constante con las personas difíciles lo único que conseguirá es mayor desánimo y una tremenda frustración.
Optar por la “no lucha” no significa claudicar o dejarnos avasallar. Significa, por encima de todo, no dar poder a quien no lo merece, elegir la sabiduría por encima de la violencia y optar por la calma antes de abrir las compuertas, de par en par, para que la ansiedad nos inunde.

2. Vacía tu taza de emociones negativas

  ►El vacío es el mejor punto de partida … Así que abandona todas tus ideas preconcebidas y sé neutral. ¿Sabes por qué esta taza es tan útil? Porque está vacía.
                                                        Bruce Lee

Las personas difíciles, a menudo, nos estropean el día con una sola palabra o un comentario. No importa lo irracional que sea su mensaje, lo inapropiado de sus acciones nos afecta sí o sí. Uno de los consejos que nos transmite las enseñanzas del Tao es que cuanto menos reactivos seamos más espacio nos quedará para hacer uso del juicio.
Intentemos por tanto controlar la angustia, las emociones negativas. Una vez la persona difícil haya llevado a cabo su maniobra contaremos hasta 10 y respiraremos hondo. Nadie tiene derecho a estropear nuestro día, así que nos vaciaremos de rabias, despechos y mal humor, uno a uno…
La mente debe quedar como una sala despejada, ahí donde el viento contaminado entra por un portal y desaparece al segundo por otro.

3. Sé proactivo, no reactivo

Las personas difíciles a veces nos convierten en víctimas de sus artes malsanas. Poco a poco, acumulamos tanto odio, malestar y frustración que corremos el riesgo de reaccionar de la peor manera. No es lo adecuado. Tarde o temprano nos arrepentiremos de esa reacción y sobre todo de no haber puesto límites con anterioridad.
 ► No seas esclavo de nada ni de nadie, logra la verdadera libertad.
                                                        Credo de Jeet Kune Do
El Tao nos recomienda aprender a ser proactivos. ¿Qué significa esto exactamente? Quiere decir que debemos aprender a tomar el control de los acontecimientos en lugar de quedarnos mirando cómo suceden las cosas. 
Uno consejo que nos propone las enseñanzas del Tao es que cada vez que veamos a una persona difícil, intentemos ponernos en su lugar haciendo uso de la siguiente frase :”no debe ser fácil”.
  • Esta frase nos puede ayudar a entender muchas cosas: “no debe ser fácil para mi compañero de trabajo caerle mal a todo el mundo, tener tan poca paciencia y tan poco control de sus emociones”. “No debe ser fácil para mi hermano estar sin trabajo, con una deuda y teniendo además ese carácter tan complicado”.
Entender la perspectiva ajena nos permitirá estar preparados para controlar mejor la situación. Hará que cuando nos dispongamos a prestar ayuda… esta sea más oportuna, a que cuando hagamos una crítica constructiva… esta sea más acertada y motivadora.

4. La fuerza del bambú

► Hay momentos en los que, cuando todo lo demás falla, no queda más opción que ser contundentes. Como el bambú que coge fuerza tras haber sido doblado.
                                                   El Tao del Liderazgo

En ocasiones ocurre, nuestras circunstancias con las personas difíciles llegan a un límite y quedamos no solo arrinconados, sino que nos sentimos doblegados, incluso completamente humillados. En esos instantes, el Tao nos recomienda visualizar un bambú.
También ellos se doblan, también ellos reciben el impacto del viento fiero que desea controlarlos y tenerlos bajo su poder. Sin embargo, esto nunca ocurre, porque el bambú obtiene su fortaleza de su flexibilidad. El hecho de que se doblegue hace que tenga mayor fuerza para reaccionar.
También nosotros podemos hacerlo. Cuando sintamos que hemos llegado al límite es momento de alzarnos con mayor fuerza para generar un cambio. No haremos uso de la violencia, porque fuerza no es violencia, es capacidad de respuesta, es saber posicionarnos con valentía ante quien osa convertirnos en algo que no somos: personas débiles.

Para concluir, las enseñanzas del Tao contienen maravillosas ascuas de conocimiento que siguen encendiendo nuestra capacidad de aprendizaje, alumbrándonos con su templanza para manejar con mayor sabiduría las complejidades del mundo actual.
Aprendamos de ellas y apliquémoslas siempre que nos sea posible.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 13 de abril de 2018

7 secretos de un monje budista para limpiar tu casa y tu mente


Quizá disfrutas de hacer limpieza en casa. O quizá no. Quizá para ti es una de esas tareas inevitables y tediosas de la que no puedes escapar. En cualquier caso, podríamos asumir esta tarea cotidiana desde una perspectiva completamente diversa que nos permita convertir cada uno de esos pequeños actos de limpieza en oportunidades para encontrar la paz interior y la fuerza mental.

La limpieza de la casa como una oportunidad para fortalecer la mente


Tulku Thondup, un monje que ha vivido en el Tíbet, la India y Estados Unidos, dedicando gran parte de su vida a traducir e interpretar textos antiguos del budismo tibetano, explica que limpiar el monasterio es una de las tareas espirituales cotidianas que realiza, a la par de la meditación.

Si comprendiéramos la virtud, el mérito y el propósito de limpiar, seríamos capaces de apreciar la tarea como un privilegio en vez de asumirla como una carga. Dejará de parecernos un trabajo sucio y se convertirá en una oportunidad para practicar la meditación de una forma única. Podría convertirse incluso, en una fuente increíble de beneficios, y una forma de crecer en fuerza espiritual, mental y emocional”.

Por tanto, limpiar nuestro hogar de manera consciente puede ser una oportunidad para despejar la mente, fortalecer nuestra concentración, meditar en movimiento con una actitud mindfulness e incluso crecer espiritualmente. ¿Cómo lograrlo?
1. Asume la tarea con la actitud adecuada. Thondup explica que “si estás meditando sobre la generosidad y alguien toca a tu puerta y te pide ayuda, no puedes decirle: ‘Estás molestando mi entrenamiento’. En su lugar, deberíamos considerar esa interrupción como una oportunidad de oro para practicar la generosidad. De la misma manera, cuando te enfrentes a la tarea de limpiar, no deberías pensar ‘¡Qué desastre, todo está lleno de polvo!’ o ‘¡Que fastidio tener que volver a limpiar!”. Deberíamos asumir una actitud diferente diciéndonos: ‘Ahora voy a limpiar, mientras lo hago tengo la oportunidad de relajarme mentalmente’”.

2. Céntrate solo en limpiar.
 Cuando te pongas a limpiar, evita que tu mente divague o se concentre en las preocupaciones, el desorden y la confusión. Mantenla centrada en el aquí y ahora, en los movimientos que realizas. Se trata de un poderoso ejercicio de meditación mindfulness que potencia la sensación de paz. Un pequeño truco consiste en “limpiar mientras nos vemos a nosotros mismos como si estuviéramos actuando en un sueño. Debemos acercarnos a la limpieza como si todo fuera irreal”, recomienda Thondup. Esa actitud te permitirá sentirte más tranquilo, realizar movimientos más suaves y, por último, fundirte mejor con el entorno. También es fundamental que tu mente no corra demasiado mientras limpias, pensando en todas las tareas que te quedan por delante porque eso generará un estado de ansiedad y estrés que te alejará de tu objetivo.

3. Comienza en silencio. “Si empezamos en silencio, rodeados por la calma, cuando la vegetación y las personas a nuestro alrededor aún duermen, nuestro corazón se sentirá en paz, y nuestra mente, despejada”, explica Thondup. Por eso, recomienda comenzar a limpiar a primera hora del día. 

4. Deja que circule el aire. Antes de comenzar a limpiar, abre las ventanas y deja que circule el aire por toda la casa. El aire puro te llenará de energía y te ayudará a enfrentar de mejor ánimo la limpieza. 

5. Limpia los objetos con cuidado y cariño. Thondup considera que “quienes no cuidan los objetos, tampoco cuidan de las personas”, porque olvidan que detrás de cada cosa se encuentra el trabajo de alguien. Limpiar los objetos con cuidado muestra el respeto y la gratitud hacia ese trabajo y la persona que lo realizó. 

6. Experimenta gratitud hacia las cosas que te sirvieron. Si estás haciendo una limpieza profunda con el objetivo de eliminar cosas y te resulta difícil deshacerte de algunas, un pequeño ritual de despedida te ayudará. Se trata simplemente de dar las gracias por el servicio prestado. Así evitarás ese sentimiento de culpa que a menudo aparece cuando tiras un objeto. 

7. Divide la limpieza con el resto de la familia o las personas con quienes compartes la casa. De esta manera aprenderás a valorar el trabajo de los demás y entenderás que dependemos los unos de los otros.

La historia del arhat que halló la iluminación a través de la limpieza

Chulapanthaka fue uno de los 16 arhat elegidos por Buda, pero antes de llegar a la iluminación tuvo que recorrer un largo camino. Se cuenta que Chudapanthaka no era capaz de aprender ni memorizar las enseñanzas budistas, por lo que la Sangha, los monjes que formaban la comunidad del templo, decidió que no podía permanecer allí. 

Cuando le pidieron a Chudapanthaka que abandonara el templo, este se entristeció mucho. Buda pasaba por allí, lo vio llorar y le preguntó a sus discípulos qué había ocurrido. Se apiadó de él y le pidió a la Sangha que lo dejara en el templo, aunque tuviera que dedicarse a otros trabajos. 

A Chudapanthaka le encargaron limpiar las sandalias de los monjes. Sin embargo, se sentía feliz porque seguía viviendo en el templo y, mientras limpiaba, podía seguir su camino de desarrollo personal. Un día, se preguntó si el polvo que quitaba de las sandalias era realmente el polvo de la tierra o el polvo del deseo. Aquella pregunta aparentemente sencilla lo condujo a la iluminación, todo cobró sentido en su mente y se convirtió en uno de los arhat

Esta historia es particularmente iluminadora porque encierra el sentir del budismo: la idea de que podemos encontrar la sabiduría en cualquier lugar y a través de los medios menos imaginados. Thondup lo resumió a la perfección: 

Cuando maduramos en la práctica de la meditación, cualquier sitio, en cualquier lugar, puede convertirse en un templo (…) Un templo no es un espacio reservado, puede estar en cualquier parte. Nuestro propio cuerpo puede convertirse en un templo, porque la palabra templo realmente significa un lugar donde ejercitar la conciencia, la paz y la tranquilidad”.

O lo que es lo mismo, podemos aprovechar cualquier ocasión para quejarnos de la vida, o asumirlas como un maravilloso milagro de la vida. La decisión está en nuestras manos.



Psicología/Jennifer Delgado
www.rinconpsicologia.com

domingo, 1 de abril de 2018

Tener esta habilidad es signo de la inteligencia más alta

Esta probablemente sea la inteligencia más alta, superior a lo que reflejan los examenes de IQ: una inteligencia holística y emocional, capaz de percibir la realidad y fluir 

El escritor F. Scott Fitzgerald, uno de los más grandes novelistas del siglo XX en lengua inglesa, dijo famosamente que: "la prueba de una inteligencia de primer orden es la habilidad de sostener ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y aun así mantener la habilidad de funcionar". En otras palabras, ser capaces de residir en la paradoja, en la ambivalencia, en la ambiguedad. Ir más allá de la lógica aristotélica de que algo es una cosa y por lo tanto no puede ser otra, es esto y por lo tanto no puede ser otra. Una mente que está libre de la polarización, del maniqueísmo, del fundamentalismo, de ver el mundo como blanco y negro o bueno y malo sin toda la riqueza de tonos intermedios. Esta capacidad, por otro lado, tiene que ver con la percepción o el entendimiento de la realidad, la cual es más compleja y ambivalente y no tiene un único significado, sino que es una construcción interdependiente. Esto fue bien descrito por Robert Anton Wilson:

Todos los fenómenos son reales en algún sentido, irreales en algún sentido,  sin sentido y reales  en algún sentido, sin sentido e irreales en algún sentido y sin sentido reales e irreales en algún sentido…

O como dijera Nagarjuna, el padre de la teoría de que las cosas no tienen existencia independiente en el budismo o que están vacías, concepto central del budismo mahayana:
En la verdadera naturaleza no hay ni permanencia ni impermanencia.
Ni ser ni no-ser, ni limpio ni no-limpio.
Ni felicidad ni sufrimiento.
Así los cuatro puntos de vista equivocados no existen.

O el sublime sendero de la más alta inteligencia del tao, que es un camino y sin embargo es un camino que no puede caminarse:
El camino que puede ser recorrido no es el eterno camino.
El nombre que puede ser nombrado no es el eterno nombre.

Llegamos a un sitio más allá de la lógica y de la dualidad. Y es que de hecho la realidad no tiene una definición única, ni las cosas existen por sí solas, y por lo tanto tienen múltiples valores y posibilidades. La física cuántica ha demostrado que la luz es onda y partícula (existe en superposición); las cosas existen y no existen a la vez. Ser y no ser, esa es la cuestión. Esto es muy difícil de entender y de contemplar (incluso de jugar con), ya que la mente busca seguridad, busca identificarse con algo (lo cual le da seguridad), busca definir las cosas para defenderse de la incertidumbre, pero, a la vez, entenderlo, o al menos darle el beneficio de la duda es altamente liberador, puesto que así no limitamos nuestro potencial y las posibilidades de la existencia. Así podemos acercarnos al misterio y desencadenar la creatividad. Sí, la ambigüedad nos puede producir una sensación de vértigo y de vacío, pero por otro lado es la verdadera sal de la existencia. Como dijo el filósofo budista Nagarjuna: "ya que todo está vacío, todo puede ser". Todo puede suceder, el mundo está abierto, fresco, vibrante; las cosas no están dadas, sino que tenemos que descubrirlas por nosotros mismos y aventurarnos a lo desconocido. Y de hecho es más interesante y estimulante que así lo sea, hay mucha más energía en existir de esta manera tan abierta e indefinida. Quien no se angustia por esto accede a la energía del caos, a la energía primordial que aún no toma forma.

Esto no sólo tiene una aplicación filosófica; también, en un sentido psicológico de utilidad mundana, poder sostener visiones contrastantes sin identificarse con una única visión es algo muy valioso. Por una parte, evita el fundamentalismo y nos permite el diálogo y la apertura a otras ideas. Una forma simplificada de los beneficios de esto puede atisbarse en el famoso experimento de los malvaviscos de la Universidad de Stanford en los años 70. Niños de 3 años fueron presentados con un malvavisco y una proposición. El investigador les presentaba la posibilidad de no comerse el malvavisco y en 15 minutos les daría dos o más, pero tenían que aguantar. Si el niño se comía el malvavisco, ya no habría más. Lo notable de esto es que, cuando los investigadores siguieron al grupo del experimento años después, notaron que aquellos que habían podido esperar en la habitación sin comerse el malvavisco mostraron tener mejores resultados en pruebas psicométricas, niveles de satisfacción, salud y demás.
Para un niño, este experimento básico representa sostener en la mente dos ideas en conflicto y una sensación de ambigüedad: el pensamiento "Quiero comerme el malvavisco" y "Si no me como el malvavisco, luego tendré más". Hay una cierta resiliencia, a la vez que una capacidad de ver más allá de lo inmediato. Contempla,, por ejemplo estas dos ideas: "Puedo morir en cualquier momento. La muerte es inevitable" y "La vida es maravillosa. Amo la vida". Aparentemente estas ideas se oponen, pero sostenerlas al mismo tiempo puede ser lo más provechoso.
En el adulto, generalmente este tipo de ocasiones se presentan en momentos en los que no tenemos certidumbre de lo que va suceder y en los cuales hay posibilidades que entran en conflicto sobre un desenlace. En estos momentos podemos ser presa de angustia, parálisis o falta de motivación y colapsar y bajar nuestra eficiencia, o podemos mantener la calma, seguir haciendo lo que nos compete o considerar un camino medio entre los posibles desenlaces. El signo de inteligencia --que es el poder estar a gusto con la ambigüedad y la ambivalencia-- es justamente no caer en los extremos, no apresurarse a definir y etiquetar, tener paciencia y contemplar las cosas sin proyectarles el deseo --que viene del miedo y la ansiedad-- de cierre, de que se revelen como algo definido y concluyente. Esta inteligencia es, a fin de cuentas, la capacidad de jugar con la naturaleza vacía de los fenómenos, esto es, con su potencial sin límites. 

Visto en: PijamaSurf

domingo, 11 de marzo de 2018

Las 10 reglas de la vida, según un maestro budista japonés


Miyamoto Mushashi fue un famoso guerrero samurai en la época feudalista de Japón. Fue el autor de una famosísima obra: El libro de los cinco anillos. También es muy conocido porque escribió un listado de reglas de la vida dos semanas antes de morir.
Como buen guerrero oriental, para Miyamoto la lucha era mucho más que un combate. Los samuráis le daban un enorme valor a la evolución personal. Este era precisamente el medio para convertirse en buenos combatientes. Las reglas de la vida de Miyamoto han sobrevivido al tiempo, igual que lo hacen los clásicos. En ellas se recoge la sabiduría de quien ha vivido con valor y en función de causas nobles. Hemos sintetizado esos preceptos en diez orientaciones que enseguida compartimos.
 ► Si quieres felicidad durante una hora, toma una siesta. Si quieres felicidad durante un día, ve a pescar. Si quieres felicidad durante un año, hereda una fortuna. Si quieres felicidad durante toda una vida: ayuda a alguien
                                                                    Proverbio chino


1. Aceptación, la primera de las reglas de la vida

La primera de las reglas de la vida es aceptar la vida misma, tal y como es. Aceptación no quiere decir resignación, sino humildad. La vida es lo que es y de cada uno de nosotros depende una actitud: la de aprender de las circunstancias que no hemos elegido, pero con las que tenemos que convivir.
La consecuencia de no aceptar la realidad es el sufrimiento permanente. Este da origen a una batalla interior que siempre se pierde. Aceptar, en cambio, lleva a aprender de cada situación.

2. Piensa poco en ti y mucho en los demás

Quien se detiene a pensar demasiado en sí mismo termina confundiéndose. Levanta un muro frente al mundo y alimenta sus inseguridades. Más que pensar en uno mismo, lo adecuado es permitirse ser.
La verdadera felicidad está en poder servir a otros. No hay nada que se compare con la satisfacción de hacer el bien. Quien es generoso da muestra de ser poderoso también. Esto es, finalmente, lo que le permite apreciarse a sí mismo.

3. Aprende a desprenderte del deseo

El deseo, entendido como anhelo por lo que no se tiene, solo conduce a la insatisfaccióneterna. El tener es como un barril sin fondo. A más que tienes, más deseas. Y cada vez es más difícil satisfacerte.
Miyamoto, como muchos orientales, luchó por erradicar el deseo. Quien mucho anhela, mucho se frustra. El verdadero poder está en la capacidad de renunciar. El que necesita poco, con poco es feliz.

4. Evita darle lugar al arrepentimiento

El arrepentimiento causa mucho sufrimiento. Lo peor es que se trata de un sentimiento inútil. Así lo hace ver Miyamoto en las reglas de la vida. Insiste en que no deberíamos ver al error como una condena, sino más bien como una característica asociada a nuestra naturaleza.
Cada acción que realizamos nos enseña algo. También nos cambia de alguna manera. Si se actuó mal, nos deja una gran enseñanza. Por eso nada de lo vivido es despreciable. Lo importante es saber aprender de ello, enriquecer nuestro bagaje.

5. Elimina las quejas y el resentimiento

La queja solo contribuye a invadir a una persona de mala energía. También a atormentar a quienes le rodean. No tiene ningún sentido porque en lugar de mover hacia la acción, termina paralizando.
Según las reglas de la vida de Miyamoto, las quejas y el resentimiento envenenan a quien las siente. No sirven para nada. Al contrario, comienzan a dañar como una plaga a otros sentimientos que sí son positivos.

6. Deja a un lado los objetos que no necesitas

Los objetos influyen sobre nuestras emociones y nuestra manera de ver la vida. Si nos apegamos demasiado a ellos, terminan por ejercer control sobre nosotros. Hacen que nuestra conciencia sea menos libre.
Esto aplica especialmente para las cosas que ya no necesitamos y que, pese a ello, conservamos. Finalmente nos vuelven personas más inseguras y rígidas. Por eso en las reglas de la vida se insiste en deshacerse de lo inútil.

7. No sigas ciegamente las creencias de otros

Habla, en el fondo, de mantener la confianza en nuestro criterio. Confiar en el sentido común que uno posee. Respetar las propias convicciones y los propios valores. De lo contrario, una persona se vuelve muy manipulable.
Nadie necesita que le digan qué está bien o qué está mal. Todos tenemos la capacidad de decidir esto por nosotros mismos. Seguir ciegamente a otros solo conduce a traicionarnos a nosotros mismos en algún punto.

8. Conserva siempre tu honor

El honor es una palabra casi olvidada. Tiene que ver con el amor propio. Con no permitirnos caer en conductas que estén en disonancia con los valores que defendemos, en los que creemos. Constituirían una especie de brújula, dando lugar al orgullo cuando se respetan en contra de las tentaciones.
El honor es el bien más preciado de cualquier persona. Alguien honorable inspira respeto y consideración. Atrae la buena voluntad y la consideración de los demás, incluso de los enemigos. Así es como el honor le confiere valor a la vida; un valor que es muy íntimo y personal.

9. El amor no debe estar invadido por el apego

Las emociones, en general, son respuestas impulsivas. Si se razonan, se convierten en sentimientos. Estos son más profundos y más ponderados. Están asociados a los valores y no a las necesidades.
El amor es un sentimiento extraordinario. Sin embargo, a veces llamamos amor a una emoción ciega y pasajera. Esto ocurre cuando lo que inspira el amor es el apetito de algo o el apego. En esos casos daña, más que beneficiar.

10. No temas a la muerte

Es un hecho, somos mortales. La vida acaba y esto es una realidad natural. No debemos temer ni a la muerte propia ni a la de los seres que amamos. Así, vencemos el temor a la muerte viviendo intensamente la vida.
Las reglas de la vida de Miyamoto han sobrevivido al tiempo por la gran sabiduría que encierran y también por todo aquello que inspiran. Llaman al realismo, a la humildad y a la paz interior. Buscan que nos enfoquemos hacia la esencia y no hacia lo aparente e intrascendente.

Edith Sánchez
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