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viernes, 11 de mayo de 2018

Impacto de la ansiedad en el cerebro: el laberinto del agotamiento


El impacto de la ansiedad en el cerebro es enorme. El cortisol, la adrenalina y la norepinefrina nos ponen alerta y a la defensiva. Al poco, nuestra mente será terreno abonado para los pensamientos irracionales, para el miedo que devora y paraliza, para esas emociones que, como un anochecer frío, sin luna ni estrellas, oscurecen por completo nuestra realidad. Lo cierto es que pocos estados psicológicos pueden llegar a ser tan intensos.
Los estudios demográficos nos dicen que muchas personas viven con ansiedad crónica. Incapaces de ver que existe otro modo de sentir y de procesar la realidad, se dejan llevar por este caballo de batalla sin saber cómo reaccionar. Otros, en cambio, experimentan lo que se conoce como ansiedad situacional. Hablar en público, afrontar una entrevista de trabajo o un examen o incluso relacionarse ejemplifican momentos donde se iza esa bandera roja de peligro que tanto nos limita.
    ►El temor agudiza los sentidos. La ansiedad los paraliza.
                                                               Kurt Goldstein

Todos hemos lidiado con la ansiedad alguna vez. Esta respuesta humana tan natural, que en las dosis precisas puede actuar como valiosa impulsora para nuestros propósitos, se nos escapa muy a menudo de las manos. Al poco, es ella quien toma el control de nuestras vidas casi sin darnos cuenta. Y cuando eso ocurre, todo se deforma y desbarata, como en un cuadro de Kandisky.

Impacto de la ansiedad en el cerebro

Para entender mucho mejor el impacto de la ansiedad en el cerebro, debemos saber diferenciar un primer detalle. Debemos saber cómo diferenciarla del estrés. Por ejemplo, este último responde a un proceso de activación fisiológica que surge como resultado de múltiples factores externos. Es decir, siempre hay un elemento que lo desencadena en el momento presente. La presión en el trabajo, un exceso de tareas, problemas familiares, etc… Todo ello surge cuando somos conscientes de que “nos faltan recursos” para hacer frente a todos estos estímulos.
Ahora bien, la ansiedad es algo más complejo. Si bien es cierto que a menudo puede surgir como efecto del propio estrés, cabe decir que en muchas ocasiones experimentamos esta emoción sin saber por qué. Es algo interno, algo que surge una y otra vez y en diferentes momentos temporales. Estamos ante una respuesta fisiológica que nos prepara para escapar o luchar ante una amenaza (real o no). 
Todo ello hace que la ansiedad sea intrínsecamente diferente al estrés y a su vez, mucho más difícil de manejar por el modo en que se orquesta en nuestro cerebro. Veámoslo a continuación.

La amígdala

La amígdala es una pequeña estructura situada en lo más profundo de nuestro cerebro.Es ella quien procesa e interpreta todas las señales sensoriales que llegan de nuestro entorno. Ella también quien alerta al cerebro de que hay una amenaza, un peligro del que defenderse. Es, por así decirlo, como ese sensor instintivo (y a veces hasta irracional) que nos hace reaccionar ante miedos tan comunes como las arañas, la oscuridad, las alturas…

El hipocampo

El hipocampo es la parte del cerebro vinculada a nuestra memoria emocional. Si el impacto de la ansiedad en el cerebro es intenso y sostenido en el tiempo, esta estructura será una de las que más lo sufrirá. Su tamaño se reduce y sufrimos serios efectos asociados a esta alteración. Así, las pérdidas de memoria, los problemas de concentración o incluso el estrés postraumático son frecuentes. Pensemos que este efecto es común en niños que han sufrido maltrato, el peso devastador del miedo permanente, de la angustia, de la sensación continua de peligro…
Por otro lado, hace solo unos meses, se publicó en la revista “Neuron” un descubrimiento tan interesante como esperanzador. Se ha encontrado que las células responsables de la ansiedad están localizadas justo aquí, en el hipocampo. A partir de este hallazgo se esperan desarrollar fármacos más precisos para regular su actividad.

Cortisol, norepinefrina y adrenalina

La inquietud, la sensación de alarma, la tensión en los músculos o la taquicardia son el efecto de la acción de unos neurotransmisores muy concretos. El impacto de la ansiedad en nuestro cerebro se debe a esa conjunción infalible (y temible) del cortisol, la norepinefrina y la adrenalina.
Así, mientras la amígdala se encargaba de identificar el peligro, estos neurotransmisores nos impulsan a reaccionar. El cerebro quiere que nos defendamos, que escapemos y reaccionemos… Y algo así se consigue llevando más sangre a los músculos. Acelerando el corazón, llevando más aire a los pulmones…
Este estado de alarma nos podrá ayudar en un momento concreto siempre y cuando la amenaza “sea real”. Sin embargo, cuando esto no es así y esa activación fisiológica es constante, surgen los problemas. Malas digestiones, cefaleas, hipertensión, riesgo de accidentes cerebrovasculares…


¿Qué podemos hacer ante el impacto de la ansiedad en el cerebro?

Tal y como hemos señalado al inicio, la ansiedad es una respuesta fisiológica. No basta por tanto con decirnos aquello de “cálmate, todo va a salir bien”. Si nuestro cerebro opina que hay un peligro, nuestros razonamientos sirven de poco. Por tanto, es recomendable iniciar con lo fisiológico, lo orgánico, lo corporal.
  • Convence a tu cuerpo de que no hay una amenaza. ¿Cómo? Practica la relajación, la respiración profunda, pon en “pause” tu cuerpo para que también lo haga tu cerebro.
  • Pon la ansiedad a tu favor. Gestionar la ansiedad no es un problema de fuerza de voluntad. No se trata de hacer desaparecer esta realidad psico-fisiológica de nuestro cerebro. Se trata de sobrellevarla, de usar lo que nos brinda a nuestro favor. Para visualizar esta idea e ir lográndolo, podemos hacer uso de las terapias artísticas. Moldear la arcilla o incluso pintar, sirven para dar forma a esa ansiedad que como un monstruo devorador, puede hacerse más pequeña, más inofensiva y manejable.
  • Nuevos hábitos, nuevas rutinas. A veces, variar algo en nuestro quehacer cotidiano lo cambia todo. Salir a pasear, ir cada semana a un concierto musical, conocer gente nueva, apuntarnos a yoga… Todo ello puede cambiar la percepción de alarma de nuestro cerebro para empezar a ver las cosas de otro modo.
Por último, no dudemos en consultar con un profesional en caso de que ese estado de ansiedad nos supere. Nadie merece vivir con miedo, nadie debe habitar de forma permanente en la cárcel de esa ansiedad crónica que todo lo oscurece.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

viernes, 20 de abril de 2018

El Proceso de la Meditación

Sea cual sea el camino o técnica que empleemos para meditar, hay determinados aspectos que son comunes a todos ellos, prestando más o menos atención a algunos según el enfoque a seguir. Podemos hablar, por tanto, de un proceso universal que conlleva los siguientes puntos, aunque no necesariamente en este orden.


Concentración:
Meditar no es solo concentrar el pensamiento; esto sería es una visión muy parcial de la meditación. Ahora bien, la concentración es un paso esencial para alcanzar la meditación y solo por mejorar esta facultad ya merece la pena aprender a meditar.
Consciencia:
Seguramente, la consciencia es la facultad interna que más se desarrolla meditando. Toda practica de meditación es un continuo entrenamiento para desplegar la capacidad de darse cuenta o consciencia.
Aceptación:
Un aspecto importante en la meditación es el ir desarrollando una relación sana con uno mismo y con los demás. Esta relación debe estar basada sin duda en la aceptación, que de hecho es un paso hacia el Amor. Por otro lado es importante comprender que la complejidad del proceso de la meditación nos requerirá grandes dosis de Aceptación.
Discernimiento:
El discernimiento es una cualidad de la mente superior que ha de ser entrenada para cumplir con el objetivo último de la meditación: el encuentro con el aspecto más central del ser humano. El discernimiento o Viveka nos ayuda a distinguir entre los diferentes aspectos que como seres humanos nos conforman desde los más groseros a los más sutiles.
Calma:
Al contrario de lo que podríamos pensar, la calma o tranquilidad no es tanto una consecuencia de la meditación, sino un requisito previo. Por ello, el conocimiento y práctica de todas las herramientas que nos ayuden a pasar de la tensión a la calma es esencial en la meditación y su enseñanza. La mayor parte del tiempo cuando comenzamos a meditar lo pasamos tratando de generar el equilibrio necesario para ello; afortunadamente, el yoga nos brinda innumerables técnicas para ello.
Energía:
Al adentrarnos en la meditación, debemos abrir nuestra mente y comenzar a entender al ser humano no solo en términos materiales, sino también energéticos. Somos tanto energía como materia y trabajar con técnicas que movilicen y equilibren la energía nos facilita enormemente el camino en la meditación. 
Presente:
Se dice que meditar es el arte de vivir el presente. Aprender a estar en y a vivir el presente es la mejor manera de recuperar la energía que tenemos dispersa en pasado y futuro.
Conexión espiritual:
Al final la meditación nos lleva al centro, a uno mismo, a eso que somos a un nivel más espiritual. Hoy en día hay técnicas y métodos que despojan la meditación de este componente espiritual para hacerla más “vendible”. Desde nuestro punto de vista esto es un error, ya que algo que necesitamos como sociedad occidental es recuperar de una forma sana la conexión con nuestra naturaleza espiritual. Al fin y al cabo, la experiencia mística o espiritual no es tan complicada si dejamos atrás prejuicios y damos con las claves adecuadas para ello.
Actitudes del Ser:
Desde la conexión con los sentimientos más profundos del ser humano a donde nos lleva la meditación, surge el despliegue de las actitudes del Ser. Actitudes que podemos, una vez más, entrenar si conocemos los recursos adecuados. A poco que vayamos despertando estas actitudes, el avance en la meditación cobra otra dimensión.
Volver a la vida:
La práctica de la meditación no está separada de nuestra vida cotidiana y debemos de hacer todo lo posible para que así sea. Según vayamos avanzando en nuestra experiencia con la meditación, iremos experimentando cambios en la percepción de la realidad que nos llevarán a una nueva relación con lo que va aconteciendo y también con los demás. Comprender cómo la meditación nos lleva a nuevos modos de percepción es clave para integrar la meditación en nuestra vida.

Luis Luna -Ganesha
www.yogacrisalida.es
http://www.yogaenred.com

viernes, 13 de abril de 2018

7 secretos de un monje budista para limpiar tu casa y tu mente


Quizá disfrutas de hacer limpieza en casa. O quizá no. Quizá para ti es una de esas tareas inevitables y tediosas de la que no puedes escapar. En cualquier caso, podríamos asumir esta tarea cotidiana desde una perspectiva completamente diversa que nos permita convertir cada uno de esos pequeños actos de limpieza en oportunidades para encontrar la paz interior y la fuerza mental.

La limpieza de la casa como una oportunidad para fortalecer la mente


Tulku Thondup, un monje que ha vivido en el Tíbet, la India y Estados Unidos, dedicando gran parte de su vida a traducir e interpretar textos antiguos del budismo tibetano, explica que limpiar el monasterio es una de las tareas espirituales cotidianas que realiza, a la par de la meditación.

Si comprendiéramos la virtud, el mérito y el propósito de limpiar, seríamos capaces de apreciar la tarea como un privilegio en vez de asumirla como una carga. Dejará de parecernos un trabajo sucio y se convertirá en una oportunidad para practicar la meditación de una forma única. Podría convertirse incluso, en una fuente increíble de beneficios, y una forma de crecer en fuerza espiritual, mental y emocional”.

Por tanto, limpiar nuestro hogar de manera consciente puede ser una oportunidad para despejar la mente, fortalecer nuestra concentración, meditar en movimiento con una actitud mindfulness e incluso crecer espiritualmente. ¿Cómo lograrlo?
1. Asume la tarea con la actitud adecuada. Thondup explica que “si estás meditando sobre la generosidad y alguien toca a tu puerta y te pide ayuda, no puedes decirle: ‘Estás molestando mi entrenamiento’. En su lugar, deberíamos considerar esa interrupción como una oportunidad de oro para practicar la generosidad. De la misma manera, cuando te enfrentes a la tarea de limpiar, no deberías pensar ‘¡Qué desastre, todo está lleno de polvo!’ o ‘¡Que fastidio tener que volver a limpiar!”. Deberíamos asumir una actitud diferente diciéndonos: ‘Ahora voy a limpiar, mientras lo hago tengo la oportunidad de relajarme mentalmente’”.

2. Céntrate solo en limpiar.
 Cuando te pongas a limpiar, evita que tu mente divague o se concentre en las preocupaciones, el desorden y la confusión. Mantenla centrada en el aquí y ahora, en los movimientos que realizas. Se trata de un poderoso ejercicio de meditación mindfulness que potencia la sensación de paz. Un pequeño truco consiste en “limpiar mientras nos vemos a nosotros mismos como si estuviéramos actuando en un sueño. Debemos acercarnos a la limpieza como si todo fuera irreal”, recomienda Thondup. Esa actitud te permitirá sentirte más tranquilo, realizar movimientos más suaves y, por último, fundirte mejor con el entorno. También es fundamental que tu mente no corra demasiado mientras limpias, pensando en todas las tareas que te quedan por delante porque eso generará un estado de ansiedad y estrés que te alejará de tu objetivo.

3. Comienza en silencio. “Si empezamos en silencio, rodeados por la calma, cuando la vegetación y las personas a nuestro alrededor aún duermen, nuestro corazón se sentirá en paz, y nuestra mente, despejada”, explica Thondup. Por eso, recomienda comenzar a limpiar a primera hora del día. 

4. Deja que circule el aire. Antes de comenzar a limpiar, abre las ventanas y deja que circule el aire por toda la casa. El aire puro te llenará de energía y te ayudará a enfrentar de mejor ánimo la limpieza. 

5. Limpia los objetos con cuidado y cariño. Thondup considera que “quienes no cuidan los objetos, tampoco cuidan de las personas”, porque olvidan que detrás de cada cosa se encuentra el trabajo de alguien. Limpiar los objetos con cuidado muestra el respeto y la gratitud hacia ese trabajo y la persona que lo realizó. 

6. Experimenta gratitud hacia las cosas que te sirvieron. Si estás haciendo una limpieza profunda con el objetivo de eliminar cosas y te resulta difícil deshacerte de algunas, un pequeño ritual de despedida te ayudará. Se trata simplemente de dar las gracias por el servicio prestado. Así evitarás ese sentimiento de culpa que a menudo aparece cuando tiras un objeto. 

7. Divide la limpieza con el resto de la familia o las personas con quienes compartes la casa. De esta manera aprenderás a valorar el trabajo de los demás y entenderás que dependemos los unos de los otros.

La historia del arhat que halló la iluminación a través de la limpieza

Chulapanthaka fue uno de los 16 arhat elegidos por Buda, pero antes de llegar a la iluminación tuvo que recorrer un largo camino. Se cuenta que Chudapanthaka no era capaz de aprender ni memorizar las enseñanzas budistas, por lo que la Sangha, los monjes que formaban la comunidad del templo, decidió que no podía permanecer allí. 

Cuando le pidieron a Chudapanthaka que abandonara el templo, este se entristeció mucho. Buda pasaba por allí, lo vio llorar y le preguntó a sus discípulos qué había ocurrido. Se apiadó de él y le pidió a la Sangha que lo dejara en el templo, aunque tuviera que dedicarse a otros trabajos. 

A Chudapanthaka le encargaron limpiar las sandalias de los monjes. Sin embargo, se sentía feliz porque seguía viviendo en el templo y, mientras limpiaba, podía seguir su camino de desarrollo personal. Un día, se preguntó si el polvo que quitaba de las sandalias era realmente el polvo de la tierra o el polvo del deseo. Aquella pregunta aparentemente sencilla lo condujo a la iluminación, todo cobró sentido en su mente y se convirtió en uno de los arhat

Esta historia es particularmente iluminadora porque encierra el sentir del budismo: la idea de que podemos encontrar la sabiduría en cualquier lugar y a través de los medios menos imaginados. Thondup lo resumió a la perfección: 

Cuando maduramos en la práctica de la meditación, cualquier sitio, en cualquier lugar, puede convertirse en un templo (…) Un templo no es un espacio reservado, puede estar en cualquier parte. Nuestro propio cuerpo puede convertirse en un templo, porque la palabra templo realmente significa un lugar donde ejercitar la conciencia, la paz y la tranquilidad”.

O lo que es lo mismo, podemos aprovechar cualquier ocasión para quejarnos de la vida, o asumirlas como un maravilloso milagro de la vida. La decisión está en nuestras manos.



Psicología/Jennifer Delgado
www.rinconpsicologia.com

lunes, 9 de abril de 2018

La respiración consciente contra la ansiedad

Somos seres básicamente respirantes. Lo primero que hicimos al nacer es inhalar y lo último que haremos en esta vida es exhalar. Respiramos de quince a veinte veces por minuto y existe una estrecha relación entre la mente y la respiración, tanto es así que en el yoga se dice que la mente es el jinete y la respiración es el caballo.  

Escribe Ramiro Calle.

La respiración y los estados mentales y emocionales están íntimamente vinculados. Si estamos tranquilos y relajados, la respiración se hace más lenta, pero si estamos ansiosos o nerviosos, se hace más rápida. Si recibimos un susto, se entrecorta, y si estamos muy concentrados, se suspende unos instantes. Cuando padecemos angustia se hace jadeante y cuando estamos muy distendidos, se equilibra. A cada estado emocional y mental sigue un tipo de respiración y viceversa. Partiendo de este evidente principio, los yoguis se han servido desde muy antaño de la respiración para concentrar la mente y calmar los procesos emocionales y somáticos. La respiración es así una herramienta fabulosa para sosegarse e irse liberando de la agitación, la ansiedad o la zozobra.

Basta con hacer una respiración un poquito más consciente, lenta y larga (lo que puede llevarse a cabo paseando por una playa, en un parque o en cualquier lugar donde uno se encuentre), para que el sistema nervioso se tranquilice y las emociones se pacifiquen. Por ejemplo, la respiración diafragmática es un verdadero bálsamo, seda el sistema nervioso y resulta idónea para utilizarla durante la relajación profunda. La respiración consciente, asimismo, acrecienta y unifica la consciencia, nos reporta vitalidad y plenitud y nos ayuda a desarrollar la presencia de ser. Estando atentos a la respiración volvemos a nuestro centro, es decir, nos recentramos y aquietamos.

Como la respiración es nuestra constante compañera mientras estamos en este cuerpo, la podemos convertir en una aliada excepcional para estar más atentos, vivos, plenos y aplomados. La atención a la respiración se convierte en una especie de ganzúa para explorar otros planos de la consciencia, y la denominada meditación sobre a respiración es una meditación universal, porque cualquiera puede usarla tenga o no tenga uno u otro tipo de creencias, sea niño o anciano, sano o enfermo. La respiración consciente se convierte en un medicamento de gran eficacia, y sin contraindicaciones, para permanecer armónico y desarrollar claridad mental y ecuanimidad.

Un valiosímo ejercicio de respiración que debería aprenderse desde niño es el denominado “respiración integral”, que consiste en llevar el aire lentamente por la nariz desde el viente, ininterrumpidamente, hasta la zona más alta del tórax pasando por la zona intercostal. Esta respiración influye muy favorablemente en tres niveles: el somático, el energético y el mental. Es una fuente de vitalidad y plenitud y se puede realizar extendido, sentado o de pie.
 
La respiración, pues, se puede utilizar de dos maneras: como ejercicio respiratorio y como soporte para la denominada meditación sobre la respiración; ésta última hay que llevarla a cabo respirando con toda naturalidad. Incluso en la vida diaria, ante una situación estresante o intranquilizadora, podemos calmarnos haciendo una respiración un poquito más lenta y más larga. Sus efectos ansiolíticos son evidentes. Y siempre podemos encontrar en la respiración una amiga con la que ayudarnos a sosegar los procesos del cuerpo y de la mente y una herramienta muy efectiva para encontrar nuestro “punto de quietud”.
 

domingo, 4 de marzo de 2018

Mindfulness: 8 beneficios de la atención plena

¿Conoces los beneficios psicológicos del Mindfulness? En este artículo te los presentamos.



La filosofía y praxis del Mindfulness está de rigurosa actualidad, y ha generado un gran interés tanto en los círculos científicos como en la calle
A pesar de que el Mindfulness parezca la nueva moda fugaz en el campo del bienestar y la meditación, no estamos ante un fenómeno de reciente creación: sus orígenes se remontan hasta finales del siglo VII a.C., momento histórico íntimamente ligado con la aparición del Budismo.

Los beneficios del Mindfulness

El objetivo fundamental del Mindfulness va encaminado a dotarnos de un método para aprender a gestionar las emociones, reacciones, actitudes y pensamientos para poder afrontar las situaciones que nos presenta la vida, mediante la práctica y perfeccionamiento de la conciencia plena. Así, podremos ser capaces de descubrir que a través del desarrollo de la atención plena en el instante presente desarrollamos ciertas actitudes positivas en relación a nuestro estado mental y emociones, llegando a controlarlos desde la libertad, el conocimiento en uno mismo y la aceptación.

Atención consciente como clave para el autoconocimiento

El Mindfulness persigue el aprendizaje, llegar a conectar con nuestro yo interior, gestionar nuestros eventos internos y reaccionar de un modo más consciente y eficaz a las eventualidades del día a día. La filosofía de la atención consciente propone que en este camino seamos capaces, progresivamente, de encontrar la esencia de lo que somos.
En último término, hay que ser conscientes de que lo que nos provoca malestar o ansiedad no son los eventos, sino como vinculamos las emociones a éstos. La Compasión y la Autocompasión son prácticas que nos ayudan a relacionarnos con los hechos de un modo no enjuiciador y abierto al sufrimiento, tanto al propio como al ajeno. En el Mindfulness la compasión es clave, ya que nos ayuda a minimizar el impacto de las cosas negativas que nos ocurren. No se trata de borrar las emociones negativas que nos pueden causar ciertos hechos, sino de reducir su intensidad.
Durante el transcurso de los últimos siglos, las técnicas propias del Mindfulness se han aplicado como soporte a las psicoterapias empleadas para solucionar distintos problemas de salud mental, como el estrés, la ansiedad, los trastornos asociados al sueño o la tolerancia al dolor, entre otros.
En este artículo nos proponemos desarrollar ocho beneficios para tu salud psíquica y corporalque te puede aportar el Mindfulness.

1. Ayuda a controlar el estrés y la ansiedad

Como comentamos en el artículo de "Los 6 beneficios psicológicos del Yoga", el estilo de vida de las sociedades occidentales puede llevar a muchas personas a padecer estrés, causando problemas de salud psicológica como depresión, ansiedad, etc. Al igual que el yoga, la meditación y el Mindfulness reducen los niveles de cortisol, una hormona que se libera en respuesta al estrés. 
El cortisol es necesario para el cuerpo ya que regula y moviliza la energía en situaciones estresantes, pero si tenemos demasiado o aumenta en situaciones que no lo necesitamos, produce muchos efectos secundarios. La práctica del Mindfulness aporta a sus practicantes un estado de calma y serenidad, lo que sin duda afecta en nuestra salud la física y emocional. De esta manera, los niveles de cortisol descienden, provocando además que la presión arterial disminuya.

2. Acaba con los problemas de insomnio

Un estudio de la Universidad de Utah encontró que el entrenamiento con Mindfulness no solo nos puede ayudar a reducir el estrés y a controlar la ansiedad, sino que nos puede ayudar a dormir mejor por las noches. Según Holly Roy, el autor de este estudio, “la gente que practica mindfulness a diario muestra un mejor control sobre las emociones y los comportamientos durante el día. Por otro lado, estas personas muestran un nivel bajo de activación cortical por lo noche, lo cual les ayuda a dormir mejor”

3. Protege el cerebro

Investigadores estadounidenses de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts demostraron que la meditación, una técnica que forma parte del entrenamiento Mindfulness, aumenta el tamaño de los Telómeros, unas estructuras que se localizan en los extremos de los cromosomas y que se relacionan directamente con el envejecimiento y el desarrollo de ciertas patologías asociadas a la vejez
Además, una investigación de la Universidad de Oregon concluye que la meditación y el Mindfulness pueden modificar la estructura neuronal del cerebro. La práctica habitual de Mindfulness está asociada al aumento de la densidad axonal y al aumento de la mielina en los axones de la corteza cingulada anterior.

4. Acrecienta la capacidad de concentración

El Mindfulness es una práctica que se centra en el entrenamiento de la conciencia y la atención plena, para de esta manera poder dirigir de forma voluntaria estos procesos mentales. Un estudio de Walsh y Shapiro demostró que Mindfulness es eficaz a la hora de aumentar nuestra capacidad de concentración. 
Este hecho, ha llevado a expertos a aconsejar esta práctica como terapia complementaria en los trastornos relacionados con el déficit de atención. Además, en un estudio de Moore y Malinowski en 2009 concluyó que la práctica del Mindfulness correlacionaba positivamente con la flexibilidad cognitiva y el funcionamiento atencional.

5. Desarrolla la inteligencia emocional

El Mindfulness nos ayuda conocernos, a indagar en nuestro interior y mostrarnos tal y como somos. Con su práctica se mejora la Autoconciencia y el Autoconocimiento y nos hace evolucionar internamente
Además, a través de la compasión hacia nosotros mismos, se consigue que las cosas no nos afecten tanto. Un estudio de Ortner, investigadora de la Universidad de Toronto, demostró que las personas que incluyen el Mindfulness en su vida poseen más control emocional que las personas que no lo practican

6. Mejora las relaciones interpersonales

Un estudio de Wachs y Cordova en 2007 sugiere que la capacidad de una persona en la práctica de Mindfuless puede predecir la satisfacción de sus relaciones, es decir, la habilidad de responder de manera apropiada al estrés de la relación y la habilidad de comunicar sus emociones a la otra persona. 
Por otro lado, la filosofía Mindfulness, basada en la compasión y la aceptación, mejora las relaciones interpersonales según Barnes, investigador de la Universidad de Rochester.

7. Favorece la creatividad

La meditación ayuda a calmar la mente, y una mente calmada tiene más espacio para generar ideas nuevas. Investigadores del Instituto del Cerebro y la Cognición de la Universidad de Leiden en Holanda encontraron un aumento de la creatividad en aquellos practicantes habituales de Mindfulness.

8. Mejora la memoria de trabajo

La mejora de la memoria de trabajo parece ser otro de los beneficios de la práctica de Mindfulness. Un estudio de Jha en 2010 documentó los beneficios del Mindfulness y la meditación sobre un grupo de militares tras su participación en un programa de entrenamiento en Mindfulness que duró un total de ocho semanas. 
Los datos de este colectivo se compararon con los datos de otro grupo de militares que no había participado en el programa. Los resultados mostraron que el grupo que había participado en el programa de entrenamiento en Mindfulness mejoró su memoria de trabajo en comparación con el otro grupo.

Psicología/Jonathan García-Allen 
https://psicologiaymente.net

viernes, 16 de febrero de 2018

Terapia Shiatsu y consciencia

“Tú eres el único que puede hacerlo. Nadie puede hacerlo por ti. Pero si tienes la suerte de encontrar a alguien que es intensamente consciente, si puedes estar con esa persona y unirte a ella en el estado de presencia, eso te ayudará y acelerará las cosas.” 

                         Eckhart Tolle. El poder del ahora.



¿Qué es el Shiatsu? Esta pregunta se me realiza en muchas ocasiones. El Shiatsu es una terapia holística que mediante presiones (digitales, palmares…), estiramientos y rotaciones, consigue equilibrar la energía existente en el cuerpo humano. Se trata de una técnica milenaria que vino desde Japón a Europa. Llegó en un primer momento a Francia desde donde se extendió por el resto de los países europeos. Hemos sido nosotros, los europeos, los que hemos querido “occidentalizarlo” para adaptarlo a nuestras necesidades. De igual manera hacemos con otras muchas terapias que nos han llegado de Oriente, de forma y manera que corremos el riesgo de perder sus verdaderos orígenes.
Muchas personas creen que el Shiatsu es un simple masaje. Es normal, puesto que lo que se ve desde el exterior es que el terapeuta aplica presión sobre una serie de puntos a través de los cuales el paciente se relaja (sus músculos se calman, los nervios se distienden…). Así que otorgan al Shiatsu el único objetivo, erróneo, de relajar. Sin embargo, si profundizamos un poco más nos damos cuenta de que el Shiatsu no es sólo “presionar por presionar” ciertos puntos, sino llegar a conectar con el sentimiento, dolor, emoción, del propio paciente y, desde esa conexión, poder llegar a la raíz de la dolencia que el cuerpo ha llegado a somatizar.

La sanación viene del interior

Una vez localizada esta causa, el terapeuta, que no masajista, estará en condiciones de poder ayudar a sanar al paciente. Y decimos sanar, no curar, aunque que estamos acostumbrados a oír que cualquier terapeuta, sea de la rama que sea, nos va a curar de una u otra dolencia. La curación sobreviene del exterior. Sin embargo, la sanación viene del interior, de la activación de las capacidades del propio cuerpo para auto-sanarse. Por lo que la labor del terapeuta de Shiatsu es equilibrar las energías del paciente para que sea su propio cuerpo el que se permita sanar. En esto consiste la verdadera sanación: llegar a la causa, muchas veces oculta en el subconsciente, de la patología, de la dolencia, motivo por el cual el paciente llegó a nuestra consulta.
Sin embargo, existe una premisa previa que ha quedado relegada al olvido: para poder conectar con el sentimiento, y en definitiva con la esencia misma del paciente, el terapeuta debe estar, a su vez, en esencia. Debe estar establecido en su esencia de forma permanente; siendo éste el punto idóneo desde el que debiera iniciarse cualquier tipo de terapia. Para mantener ese estado de lucidez, el terapeuta debe mantener despierta una auto-consciencia de forma activa y continua. Ello es lo que le va a permitir realizar la terapia de forma consciente, lo que, al margen de la patología a tratar, despertará la consciencia del paciente. Así, conectará con las posibles causas que provocaron el bloqueo de la energía que en su momento impidieron que ésta fluyera con libertad por el organismo, somatizando tal bloqueo –por lo general de origen emocional– en forma de patología o enfermedad.
De esta manera, establecido en ese eje, el terapeuta podrá captar, a través de una silenciosa observación, todos los síntomas que pudieran ser un claro indicador de lo que sucede en el interior del paciente: respiración agitada, entrecortada, abdominal o pectoral, profunda o superficial… También son fuente de abundante información los gestos del rostro: labios tensos o crispados, párpados forzados, posición de las cejas, etc. Son múltiples las señales por las que el cuerpo se va a expresar gracias a un lenguaje que va más allá de las palabras y que el terapeuta sagaz debe saber captar. Se hace más que evidente que la valoración del terapeuta ha de ser holística, esto es: tener en cuenta todo lo percibido. Además, si el terapeuta mantiene la consciencia activa y su energía equilibrada, no será arrastrado por las vivencias propias del paciente, ni se llevará consigo los temidos “malos rollos” o “malas energías” que el paciente pudiera traer a la consulta almacenados en su psiquismo.

Conexión con la respiración

Para obtener todos estos beneficios consideramos fundamental, a la vez que sanador, que el propio terapeuta tenga integrados en su vida cotidiana la práctica de ejercicios que le ayuden a la toma de consciencia, tal como el yoga y la meditación por ejemplo, para llegar al tan deseado equilibrio y, de ese modo, conseguir un óptimo equilibrio de la energía del paciente y, como consecuencia natural, contribuir a su posterior sanación.
¿Cómo hacer todo esto? El principio básico es la conexión con la respiración. Tomar consciencia de cómo respiro: agitado o sereno, nervioso o tranquilo, y después darse cuenta de cómo presiono: rápido, lento, nervioso… si realmente la forma de presionar es la correcta para el tratamiento correspondiente… Para llegar, incluso, a sentir el frío que, en un momento dado, el paciente pudiera llegar a experimentar durante el transcurso de la terapia y, por supuesto, tener despierta la sensibilidad necesaria para, en ese mismo instante, arroparle.
Todo aquello que el terapeuta vivencia durante la terapia es transmitido al paciente. Si nosotros estamos agitados, y no somos conscientes de ello, contagiaremos nuestro estado al paciente. Ahora bien, si nos damos cuenta de nuestro estado, si somos conscientes, tendremos la oportunidad de transformarlo a voluntad, siempre y cuando previamente exista el suficiente cultivo de sí mismo en nuestro interior. Tener la capacidad de transmutar esos estados internos a voluntad es la clave de la auténtica sanación. Por ello, consideramos de suma importancia la práctica de disciplinas complementarias que ayuden a mantener activa y despierta nuestra consciencia de ser.
¡Feliz terapia!


Shiatsu/Natalia López
http://www.yogaenred.com