domingo, 1 de noviembre de 2015

Las 4 leyes del desapego para la liberación emocional


Es posible que la palabra “desapego” te cause cierta sensación de frialdad e incluso de egoísmo emocional. Nada más lejos de la realidad. La palabra desapego, entendida dentro del contexto del crecimiento personal, supone un gran valor interior que todos deberíamos aprender a desarrollar.

Practicar el desapego no significa en absoluto desprendernos de todo aquello que nos es importante, rompiendo vínculos afectivos o relaciones personales con quienes forman parte de nuestro circulo personal.

Significa básicamente saber amar, apreciar e involucrarnos en las cosas desde un punto 
de vista más equilibrado y saludable, liberándonos a la vez de esos excesos que nos ponen cadenas y que nos amarran. Que nos cortan las alas.

La liberación emocional es darnos la opción de vivir con más honestidad de acuerdo a nuestras necesidades, ofreciéndonos a su vez la opción a crecer, de avanzar con conocimiento de causa. Sin dañar a nadie, sin que nadie nos ponga tampoco su cerco camuflado con las cadenas del amor pasional, filial o incluso materno.
Aprendamos, pues, a poner en práctica estas sencillas leyes sobre el desapego…

Primera ley: eres responsable de ti mismo

Nadie va a retirar cada piedra que te encuentres en tu camino, al igual que nadie va a respirar por ti ni se va a ofrecer como voluntario para cargar tus penas o sentir tus dolores. Tú mismo eres artífice de tu propia existencia y de cada paso que das.

Así pues, la primera ley que debes tener en cuenta para practicar el desapego, es tomar conciencia de que eres pleno responsable de ti mismo.
-No pongas en el bolsillo de los demás tu propia felicidad. No concibas la idea de que para ser feliz en esta vida, es esencial encontrar una pareja que te ame, o tener siempre el reconocimiento de tu familia.
Si el barómetro de tu satisfacción y felicidad está en lo que los demás te aportan, no conseguirás más que sufrimiento. ¿La razón? Pocas veces lograrán cubrir todas tus necesidades.
-Cultiva tu propia felicidad, siéntete responsable, maduro, toma conciencia de tus decisiones y de sus consecuencias, elige por ti mismo y no dejes nunca que tu bienestar, dependa siempre de corazones ajenos.

Segunda ley: vive el presente, acepta, asume la realidad

En esta vida, nada es eterno, nada permanece, todo fluye y retoma su camino tejiendo ese orden natural que tanto nos cuesta asumir a veces. Las personas estamos casi siempre centradas en todo aquello que ocurrió en el pasado y que, de algún modo, se convierte ahora en una dura carga que altera nuestro presente.

Esas desavenencias familiares, ese trauma, esa pérdida, ese fracaso sentimental o esa frustración no superada. Todo ello son anclas que nos aferran, que ponen cadenas en nuestros pies y anzuelos en nuestra alma.

Es un apego tóxico y poco saludable que nos impide avanzar en libertad y plenitud.

Acepta, asume y aunque te cueste, aprende a perdonar. Te hará sentir más liberado y te ayudará a centrarte en lo que de verdad importa, el “aquí y ahora“, este presente donde tienes tu verdadera oportunidad. ¿A qué esperas?


Tercera ley: promueve tu libertad y permite ser libres también a los demás

Asume que la libertad es la forma más plena, íntegra y saludable de disfrutar de la vida,
de entenderla en toda su inmensidad.

No obstante, ello no impide que podamos establecer vínculos afectivos con otras personas, porque también ello forma parte de nuestro crecimiento personal. Saber amar y saber recibir amor.

No obstante, el desapego implica que nunca debes hacerte responsable de la vida de los otros, al igual que los demás, no deben tampoco imponerte sus principios, sus ataduras o cadenas personales para aferrarte a ellos. Es aquí donde empieza el auténtico problema y los sufrimientos.

Los apegos intensos nunca son saludables, pensemos por ejemplo en esos padres obsesivos que se exceden en la protección de sus hijos y que les impiden poder madurar, poder avanzar con seguridad para explorar el mundo.
La necesidad de “despegarse” es vital en estos casos, ahí donde cada uno debe salir de los límites de la certidumbre para aprender de lo imprevisto, de lo desconocido.

Cuarta ley: asume que las pérdidas van a sucederse tarde o temprano

Volvemos de nuevo a la misma idea: aceptar que, en esta vida, nada puede contenerse eternamente. La vida, las relaciones, e incluso las cosas materiales, terminan desvaneciéndose como el humo que se escapa de una ventana abierta o el agua fresca que resbala por nuestros dedos.

Las personas se irán, los niños crecerán, algunos amigos dejarán de serlo y algunos amores se irán del calor de tu mano… Todo ello forma parte del desapego, y como tal, hemos de aprender a asumirlo para afrontarlo con mayor integridad. Con mayor fuerza. Pero lo que nunca va a cambiar, es tu capacidad de querer. 


Y debes empezar siempre por ti mismo.

Psicología/Valeria Sabater

Reflexiones Espirituales: Ser consciente pero no crítico


En el camino de la meditación hay un dicho: “Ver pero no ver, oír pero no escuchar”, lo cual significa permanecer consciente de todas las realidades, incluso las negativas, pero no quedarnos atascados en ellas. Nos quedamos atascados porque reaccionamos. Reaccionamos juzgando, acusando, criticando, etiquetando. Hacemos esto porque nos sentimos amenazados por aquello que nos es desconocido o que no aprobamos. Tan pronto como juzgamos o criticamos lo ponemos todo en compartimentos a nuestra conveniencia, y eso entraña graves peligros. Debido a que vemos el error de la persona o situación decimos: “son así y se les ha de tratar de acuerdo a ello”.

Cuando nuestra visión y actitud permanecen críticas hacia alguien, ellos permanecen tal y como son, ya que por mi parte no hay ninguna aportación de positividad que anime o permita que se produzca un cambio positivo. Hacemos eso constantemente, queriendo que los demás sean mejores de alguna forma, pero en lugar de ayudarles, teniendo fe en ellos y viendo sus buenas cualidades, las ocultamos, concentrándonos en su pasado, sus debilidades y sus errores. Nuestro enfoque se hace negativo, y aún así esperamos que cambien para mejor.

Cuando permanecemos conscientes de una forma desapegada, no pensamos en lo que está mal, sino en cómo podemos poner algo bien, contribuyendo con un sentimiento, actitud o palabra positivos. Tal contribución es un acto generoso, que en lugar de quejarse como hace la gente crítica, ofrece una solución. Una persona espiritualmente despierta mira de ofrecer soluciones, y no se complace quejándose. Madurez es ser completamente consciente, pero de igual forma que uno es consciente, mantenerse igualmente silencioso. Muchas cosas se resuelven por sí mismas si mi aportación es consistentemente bondadosa y tengo una motivación honesta.

Efectos globales de la Meditación


En nuestras sociedades la meditación es muchas veces vista como algo extraño y difícil de alcanzar. Sin embargo, esta antigua práctica que permite recuperar y mantener la calma interior es muy sencilla. En la entrega anterior, abordamos los efectos psicológicos y físicos de las técnicas de relajación y su relación con nuestra respuesta global ante el estrés. Meditación y relajación son frecuentemente relacionadas a pesar de no ser lo mismo. Con sus similitudes y diferencias, ambas han sido estudiadas por la ciencia.

Tanto la relajación como la meditación contribuyen a mejorar la calidad de vida e implican un manejo beneficioso de la atención y los pensamientos, así como serenidad. La meditación por su parte, consiste en ejercicios mentales y físicos realizados lentamente que generan un placentero estado de bienestar, estando el sujeto muy lúcido y consciente, sintiéndose profundamente en paz al conseguir reposo psíquico y muscular.

Muchas personas suelen asociarla con lo religioso, por haber sido recomendada durante siglos por distintas religiones para apoyar el crecimiento personal. Sin embargo, la meditación no es inherente a ninguna religión. Cualquier persona puede meditar más allá de que decida darle a su práctica un significado religioso o no. 

La ciencia se ha interesado en la meditación puesto que los estados de conciencia que induce tienen efectos físicos medibles. Resultados de distintos estudios arrojan cada vez más información acerca de los beneficios de meditar. Entre ellos se ha descubierto que potencia la inteligencia, la creatividad, las conductas positivas y la concentración, a la vez que reduce la hipertensión y progresivamente va eliminando el estrés y el cansancio. Al favorecer la generación de conexiones cerebrales, quienes meditan con regularidad alcanzan mejores niveles de concentración que la mayoría de las personas.

Meditar unos 20 minutos diariamente, brinda un descanso profundo que disminuye considerablemente la tensión, ya que nuestra conciencia se encuentra en un estado de descanso distinto de cuando dormimos. Los efectos de la meditación son globales y se extienden a toda la persona.

Psicologia/Pilar Naveira