lunes, 5 de diciembre de 2016

La Postura del Despertar

Es necesario permitirse un tiempo para conectar con los diferentes detalles de la postura del despertar. Estabilizar el cuerpo sobre los huesos isquiones y sentir cómo la gravedad de la tierra tira del tronco hacia abajo, mientras que la coronilla se eleva hacia el cielo.


Que la pelvis esté ligeramente elevada por encima de las rodillas y basculada hacia delante, como si se quisiera echar el vientre sobre el regazo. La espalda erguida pero sin tensión, permitiendo las curvaturas naturales de la columna vertebral. El mentón ligeramente recogido para estirar las inervaciones cervicales. Mientras que la mirada se posa sobre la punta de la nariz, realizando Nasikagra Dhristi.
De esta manera tan sutil, poco a poco, la postura adquiere un cierto aire de dignidad y belleza. No es en vano que una de las traducciones de Radja yoga sea “yoga real”, quizás porque es el tipo de yoga que practica la realeza, quizás porque es el auténtico, quizás por ambos motivos… Nunca lo llegaremos a saber a ciencia cierta.
Lo que sí sabemos es la importante herramienta que es la Postura del Despertar para sumergir al practicante conscientemente en el Atman o sí mismo. De un modo u otro, todas las tradiciones la han usado indiscriminadamente. Ello es porque la postura de meditación no es una práctica exclusiva de ninguna tradición en concreto, pasando así a ser patrimonio de la humanidad.

Relajación, imprescindible

Después de ajustar los detalles técnicos hay que permitir que el cuerpo se relaje. Es bien cierto que es necesario que ciertos músculos permanezcan activos, pero no tiene por qué existir tensión ni crispación. Así, por ejemplo, el músculo cuadrado lumbar y los músculos erectores de la espalda ejercen su fantástica labor.
Sin embargo, el resto de los músculos no es necesario que estén activos. De esta manera, es posible -y deseable- relajarse en la postura de meditación. Al hacerlo, se tiene la sensación de “llegar a casa”. Al fin, uno consigo mismo, sin tener que representar ningún papel, sin tener que hablar ni escuchar otra cosa que no sea la propia respiración ni sentir otra cosa que la propia presencia de ser.
En realidad, relajarse en la postura viene a ser casi como un portal dimensional a través del cual es posible entrar en la dimensión interior. Relajarse es imprescindible porque una postura tensa o crispada está siendo realizada desde un ego sobredimensionado que pretende mantener el control de lo que sucede a toda costa, por no hablar del orgullo, la soberbia e incluso la vanidad.

Inmovilidad, el tercer pilar

Sólo cuando sobreviene la relajación aparece la posibilidad de llevar a cabo el tercer pilar sobre el que se asienta la postura del despertar: una amable invitación a la inmovilidad. Se invita al cuerpo a permanecer en una suave quietud, evitando los movimientos parásitos e inútiles. Siempre sin forzar, la conexión con la inmovilidad es el resultado de una comprensión, no de una imposición.
Y el cuerpo obedece. Y cuando el cuerpo se aquieta, la mente también se sosiega. Así, es posible experimentar que cuando el principio dinámico -el cuerpo- se detiene, aparece con mucha evidencia el principio estático, la consciencia. Por este motivo a la postura de meditación se la denomina Postura del Despertar, porque se despierta a la consciencia de sí.
Sólo con mantener el cuerpo cimentado sobre los detalles técnicos, relajado y en quietud, el practicante tiene la mitad del trabajo hecho.

Consciencia de sí

¿Cuál sería la otra mitad por hacer? Permitirse la inmersión en el sí mismo. Indagar, bucear en las profundidades abisales del ser hasta llegar a comprender por vía de experiencia cuál es su auténtica naturaleza. Y, esto es algo que sucede de forma sencilla y natural, no es un trabajo a realizar por la mente ni el ego.
La quietud mental que genera la postura de meditación provoca la entrada en el silencio interior, estado donde se produce la reconexión con la olvidada consciencia de sí, objetivo de la práctica. Y es que todo el drama que vive el ser humano, y que tanto sufrimiento le reporta, es que en la lucha por la supervivencia se ha olvidado de sí mismo.
Por este motivo, en mitad de un mundo tan sobrecargado de impresiones y de necesidades a satisfacer –unas reales y otras no tanto–, se hace imprescindible la posibilidad de aquietarse y de comprender por propia experiencia quién y qué soy yo. Y de esto, precisamente, es de lo que se encarga el Radja yoga, la meditación.
El Radja yoga no es ninguna religión; es la posibilidad real de reconectar con la esencia íntima y olvidada que al mismo tiempo también es la esencia de todas las cosas. Es tener la posibilidad de vivenciar que todos somos el mismo ser. Es comprender a través del silencio interior y la quietud nuestra auténtica y común naturaleza.
“La forma designa la postura, que debe de ser tan bella como sea posible”.Taisen Deshimaru, maestro zen


Emilio J. Gómez
http://www.yogaenred.com/

domingo, 4 de diciembre de 2016

Viveka, el discernimiento

Discernir está considerado como un elemento clave dentro de Jnana yoga. Ciertamente, discernir entre lo verdadero y lo falso, entre esencia y personalidad, entre la realidad y lo Real… Entre Purusha y Prakritti, según la filosofía Samkhya, constituye una de las fases últimas y quizás también de las más avanzadas dentro de la búsqueda espiritual



La cualidad del discernimiento auténtico no es fácil de conseguir y mucho menos de llevarla a cabo, pues para aplicar viveka de un modo adecuado previamente es necesario obtener el conocimiento directo, o al menos un vislumbre, de aquello sobre lo que se pretende o quiere discernir, de lo contrario se quedaría en una estéril práctica mental más.
Mediante la palabra es posible conocer aquello que se nos dice que es ilusorio, y por lo tanto irreal. Pero… ¿realmente conocemos lo Real como para poder separarlo de lo irreal? No. No lo conocemos. Quizás lo podamos imaginar y también anhelar. En el peor de los casos, lo podemos suponer, consecuencia de aquello que se nos ha dicho o hemos leído.
Sin al menos un vislumbre, un destello de lo Real, no es posible separarlo de lo irreal a través del discernimiento. Tal vislumbre ha de ser directo, no son válidas las interpretaciones intelectuales extraídas de libros, o incluso de las palabras, siempre bien intencionadas, de aquellos seres que viven en lo Real.
Ese darse cuenta es íntimo y personal. No se adquiere en grupo, tampoco leyendo libros, ni está en internet. Y mucho menos se lo puede encontrar asistiendo a conferencias o hablando sobre ello. Tal experiencia simplemente sucede. Es el despertar. Se despierta a lo Real. Y lo Real no se lo puede alcanzar a través del pensamiento, del intelecto o de la mente; sólo se lo puede ser.
Desde el momento en que se conecta con la presencia de ser, con el sí mismo, el Atman… Sólo a partir de ese instante atemporal, la práctica de meditación deja de ser una preparación, un poner las condiciones idóneas para que ese destello de lo Real suceda, y pase a convertirse en un instrumento imprescindible en la vida del buscador para profundizar en su presencia de ser.
Una vez obtenido el destello de lo Absoluto a través del ser es cuando la práctica de la postura de meditación en silencio y quietud adquiere todo el sentido. Para entonces, el anhelo del hombre habrá cambiado: ahora quiere profundizar en aquello que ha experimentado más allá de la palabra, el pensamiento y la mente.
El cultivo intencionado de la presencia de ser que sucede durante la práctica de la meditación cobra un nuevo sentido. Ahora, el discernimiento sucede de un modo natural y sin esfuerzo, tal y como debe ser.

Emilio J. Gómez
http://www.yogaenred.com

sábado, 3 de diciembre de 2016

EL FUTURO EN EL DESARROLLO PERSONAL



►“Si realmente crees que el futuro es inevitable, será inevitable. Y será tu gran error”.

►"Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida."
                                                                                                                      (Woody Allen)

                                  ►    “El futuro tiene muchos nombres. 
                                        Para los débiles es lo inalcanzable. 
                                       Para los temerosos, lo desconocido. 
                                       Para los valientes es la oportunidad.”
                                                                                                      (Víctor Hugo)

        ►  “Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado.”
                                                                                                           (Friedrich Nietzsche)

          ► “Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.”
                                                                                                            (Miguel de Unamuno)

                                ►  “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.”
                                                                                                         (Confucio)

   ► “Hay un pasado que se fue para siempre pero hay un futuro que todavía es nuestro.”
                                                                                                                            (F.W. Robertson)

                                   ►   “El futuro no es un regalo, es una conquista.”
                                                                                                  (Robert Kennedy)

►“Mi futuro comienza cuando me levanto cada mañana... Cada día busco algo creativo para hacer con mi vida.”
                                                                                                               (Miles Davis)

                            ►   “La felicidad aplazada para el futuro es irrecuperable”.



En mi opinión, el futuro siempre es una consecuencia del pasado y del presente. De la atención y dedicación que se le conceda a la vida actual, al presente, al tan repetido Aquí y Ahora, depende, sin duda, lo que será eso que llamamos futuro. Lo que está por venir. 

Lo primero: el futuro que parece estar previsto para uno no es inevitable. Cuando se habla de futuro, deberíamos ajustarnos más a la realidad y hablar de propuesta de futuro. 

El futuro es maleable, y nosotros somos los artesanos que le daremos forma y contenido. Somos sus artesanos responsables. Tú eres el responsable de tu futuro.

Es una porción de tiempo limitada por la inevitable muerte. Generalmente, lo llenamos de proyectos, de buenos deseos, de esperanzas... y le encomendamos a él, equivocadamente, la resolución de bastantes de nuestros problemas actuales.

El peligro del futuro es que proyectemos en él todas las cosas que queremos que sean buenas, queriendo que por la acción de una magia que no existe lo convertirá todo en maravilloso, sin nuestra colaboración, sólo magia. Esa es la mentira más perversa que nos podemos contar, como también es mentira pensar con un pesimismo derrotista que todo lo que venga será malo.

En realidad, lo que llamamos futuro no es más que un presente aplazado que se hará realidad cuando estemos preparados o necesitados de él. Es un cuadro en blanco: podemos pintarlo como queramos.

Es muy difícil demostrar que existe un futuro que ya está definido y que está decidido lo que ha de suceder inevitablemente. 

Nos gusta creer que es cierto que existe el libre albedrío.

Pero también es cierto que diferentes mancias y logías bien ejecutadas, con toda la parte de ciencia que las logías contienen, y orientadas todas a una misma cuestión o adivinación, se ponen de acuerdo y vaticinan más o menos lo mismo, de lo que se podría deducir que el futuro “está escrito en algún sitio”. Yo mismo he comprobado que haciendo predicciones sobre una persona (que posteriormente se ha podido verificar el resultado) mediante la quirología, astrología, tarot, numerología, etc… se llegaba al mismo augurio. En los diferentes vaticinios coincidían en resaltar el 90% de las cosas que eran importantes para la persona y coincidían con idéntico resultado. El otro 10% de los vaticinios era matices de escasa o menor importancia.

Insisto: es más adecuado creer en que existe una propuesta de futuro y no un futuro inevitable. 

Es más acertado aceptar que uno mismo es el responsable de su propia vida, de lo que haga con ella, de las decisiones y acciones que tome o no tome, así que lo adecuado es gobernar la propia vida y no relajarse o despreocuparse dejando nuestro futuro en manos de eso que a veces llamamos futuro, que no es otra cosa que el resultado de nuestro presente.

Hoy. Aquí y Ahora. La responsabilidad de la propia vida. 

Esto es, sin duda, más importante que el futuro porque es el origen del futuro.


Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

viernes, 2 de diciembre de 2016

EL PASADO EN EL DESARROLLO PERSONAL

          


                    ► “Nuestro futuro depende de cómo entendamos el pasado.”
                                                                                                             (Gustavo Cerati)

         ► “Haz las paces con tu pasado para que no arruine tu presente.”
                                                                                                               (Regina Brett)

                    ►  “No llores porque se terminó; sonríe porque sucedió”.
                                                                                                         (Anónimo)

                               ► “Añorar el pasado es correr tras el viento.”
                                                                                           (Proverbio ruso)

                  ► “El pasado es lo que recuerdas, lo que imaginas recordar, 
                  lo que te convences en recordar, o lo que pretendes recordar.”
                                                                                                             (Harold Pinter)

                ►"No hay que renunciar al pasado porque sea malo, sino porque está muerto."

                                                                                                                       (Tony de Mello)

                    ►  “Hablar de pasado es hablar del presente en profundidad.”
                                                                                                                (Antonio Blay)




En mi opinión, tenemos que meditar cuidadosamente y comprender nuestro pasado, para aceptarlo, ya que si no lo aceptamos jamás estaremos en paz con nosotros mismos.

El pasado, fuera como fuera, para bien o para mal, no es el presente.

El pasado FUE, pero ya no existe, y muchas veces nos sigue condicionando, amarrando, amargando... ¿hay de dejar el gobierno del presente en manos de algo que ya no existe y que está cargado de condicionamientos?

Depender del pasado acarrea muchas desventajas, y una de ellas es que no deja tiempo para estar en el presente.

Conviene tener cuidado de no permitir que entorpezca el presente, ya que se alimenta de nostalgia y arrepentimientos, y también de momentos felices que ya son irrecuperables, y estas son razones que pueden influir y anclar el desarrollo normal de la vida metiendo el miedo –y la irrealidad en muchas ocasiones- con eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o predisponiendo a que va a ser menos buena cualquiera de las cosas que están por llegar. Otros, en cambio, tienen tan mal pasado que piensan que cualquier futuro será mejor.

Y para muchas personas el pasado o el futuro son más reales que el aquí y ahora. Lo cual es un error.

No quiero decir que se deba borrar el pasado, sino que hay que evitar instalarse en él porque eso convertiría el presente en una repetición del pasado, y se perdería la frescura y oportunidades que conlleva el vivir lo que está por vivir.

No es malo acudir de vez en cuando al pasado: lo malo es querer quedarse allí.

Por eso, cada vez que tengas ganas de rememorar el pasado has de hacerlo desde el presente. Sentirte en el presente, ser consciente de que estás y vas a seguir estando en el presente, y traer el pasado a tu memoria, pero estando tú aquí, no se trata de ir al pasado y abandonar el presente, porque ahí están el error y el dolor de la relación con el pasado: en querer quedarse en él y no querer seguir en el presente.

Eso no impide, paradójicamente, que sirva para trabajar por un presente digno y excelente que más adelante se convierta en un estimable y excelente pasado, porque del pasado puedes recuperar fuerzas para seguir adelante, ánimos para encarar el porvenir, experiencia y aprendizaje, las sonrisas y felicidad que tienes guardadas... siempre que no olvides que todo lo que allí habita ya pasó, que no es tangible, que no puedes vivir nada con la intensidad del momento en que se produjo, aunque sí puedes intentar repetirlo con cuidado de no mantener unas altas expectativas, porque posiblemente no se repitan tal como fueron entonces. 

Recuerda que no tiene entidad, y sólo puedes usarlo con la mente.
 
Y recuerda que la reminiscencia que tienes del pasado no es del todo fiable, y por ello no es el auténtico pasado: la diferente mentalidad actual, la distancia, la idealización, o una posible carga de dramatismo adicional, pueden hacer que la idea que tienes del pasado esté manipulada, distorsionada, y por ello que no sea del todo fiable.

Procura ver las lecciones del pasado que no viste cuando era presente, pero con cuidado: en esas revisiones casi siempre encontramos motivos de queja: no hice… lo hice mal… tenía que haber hecho otra cosa… 

Ten mucho cuidado cuando te juzgues por actos del pasado. Ni siquiera tú tienes derecho a juzgar, con quien eres hoy y con la mentalidad que tienes hoy, a quien eras entonces.

Entonces actuaste como supiste o pudiste, eso sí, se supone que con la mejor voluntad, sin ánimo de hacer o hacerte daño, por eso no puedes castigar hoy al de entonces, porque son dos momentos y estados de conciencia y consciencia distintos. 

Quizás hubo limitaciones intelectuales o emocionales… ¿Y qué?

Yo era una mala estudiante de geografía o era un mal delantero en mi equipo… ¿Y qué?

¿Acaso te vas a quedar quieto por ello y lamentándote el resto de tu vida?, ¿Te parece un buen plan?

Es pasado. Sólo pasado. Ahora no importa. No lo puedes seguir fortaleciendo si eso va a condicionar tu situación actual.

Sé más generoso contigo si te estás reprochando algo del pasado. Recuerda lo que acabas de leer: ni siquiera tú tienes derecho a juzgar, con la mentalidad que tienes hoy, a quien eras entonces.

Y, además, recuerda lo que es el Yo Ideal, y verás que la no aceptación íntegra del pasado depende en parte de no aceptar que no eras “tan ideal” como querías ser... ¿Y qué? Ahora sabes o empiezas a saber quién eres realmente y sabes que el Yo Ideal es sólo fantasía.

No hay otra forma de decirlo: el pasado sólo es pasado. Se acabó. Caducó. Fin. Has de relegarlo a su sitio justo. 

Puedes traerlo al presente, del modo que ahora sabes, cada vez que lo desees, pero tráelo sólo si es para crecer a través de él.

Y si no eres capaz de ver su parte positiva, acéptalo, asúmelo, y olvídalo.


Te dejo con tus reflexiones…

Francisco De Sales
buscandome.es

jueves, 1 de diciembre de 2016

EL PRESENTE EN EL DESARROLLO PERSONAL



►“Lo único real es el presente”.

►“De nada sirve quejarse por un mal pasado, ni consolarse con un posible futuro mejor. Hay que vivir el presente, pero muy conscientemente, sabiendo que estamos construyendo nuestro próximo presente,    y lo que poco después será pasado.  No nos demos motivos para posteriores quejas”.

►“La verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregar todo al presente”. (Albert Camus)





En mi opinión, la desatención al presente, y a la importancia que tiene el instante en que estamos viviendo, condicionan toda nuestra vida. Toda.

El presente es el aquí y ahora. Dura la fracción de tiempo más breve que se pueda medir: cuando decimos "ahora", al llegar a la "o", la primera "a" ya se ha convertido en pasado.

Tomar consciencia del presente implica hacerse cargo de un ser triste, o cargado de miedos y dudas, o desvalido, o encantador, que grita su necesidad de claridad, de comprensión, de seguridad, de abrazos que vengan del infinito, y solicita, vacilante y temeroso, un Camino, una Luz, una Señal, un Lazarillo.  

Esta es una tarea de héroes, es una intención de personas agraciadas que han escuchado el dolor de sus gritos internos y el clamor desesperanzado de su necesidad de encuentro.

Es un acto sublime de dioses y de desesperados –valientes o no- que se pondrán frente a su realidad. Es para gente como tú, si te sientes identificado con algo de lo que has leído.

El presente se sentirá tan benévolo o tan cruel como uno quiera sentir, aunque en realidad no sea así, o según el desamor o la generosidad y ternura que use en su medida.

Para estar íntegramente en cada situación se necesita conocer el aquí y ahora auténtico, y no conformarse con la idea o el autoengaño o el error que uno tenga de su presente.

En realidad, no hay otro momento más que el aquí y ahora, el presente, porque no tienen existencia real ni el pasado ni el futuro. Sólo existen el lugar donde uno se encuentra y el momento que contiene este mismo instante.

Generalmente, nos ocupamos excesivamente de llegar a alguna parte: no nos damos cuenta de que se trata de estar aquí. Aquí y Ahora.
Porque el pasado jamás será ahora, y al futuro nunca llegaremos, ya que no es más que otro ahora aplazado. Y no es un juego de malabarismo con palabras: es la realidad.

No hay otra cosa más que ahora.

Para muchos, tratar de vivir en el ahora resulta una experiencia aterradora, porque significa que no están aferrándose a su pasado, ni preocupándose por el futuro. 

Quien se queda atrapado en el pasado no sigue adelante, como es lógico, y quien proyecta su vida hacia el futuro, tendrá una desilusión cuando vaya comprobando que eso que llamamos futuro –que es la vida- se organiza en función de la atención y dedicación de cada uno al presente.

Lo que no deja vivir constantemente y conscientemente en el  ahora son los miedos y los apegos.

Nos aferramos a una experiencia gozosa y no la soltamos de nuestra mente, aun cuando el suceso sea ya muy del pasado, y además, tratamos de repetirla sin querer reconocer que ya nunca más podrá volver a repetirse la misma experiencia.

Nos agarramos a lo que fuimos… pero ya no lo somos.

Imaginamos lo que podríamos ser… pero aún no lo somos.

Más que hablar de lo que se ha sido o de lo que se podría ser… HAY QUE SER AHORA.

Porque aplazar las cosas no las resuelve.

Porque recordar las cosas no es vivir.

De nada sirve quejarse por un mal pasado, ni consolarse con un posible mejor futuro: hay que procurarse un espléndido presente. Porque lo cierto es la vida. Lo único real, el presente. 

Lo pasado ya no existe, ni el futuro, pero el presente sí, y es tuyo. Mejor dicho: tú eres el presente.

Todo lo que tienes y lo que eres, o sea, la vida, residen en el presente.

“Hoy es el primer día del resto de mi vida” no es solamente una frase bonita; además es cierta y vigente, y nos lleva a otra no menos interesante: “El Ahora es todo lo que hay”.

Sólo existe el ahora, el instante, lo presente. Lo cual puede llegar a ser una desventaja añadida, y es que tenemos tantos presentes, uno detrás de otro, aparentemente inacabables, que dejamos de valorarlos. Y dejamos de apreciar que sólo tenemos eso: presentes. Fugaces, siempre apresurados, como si estuvieran ansiosos por morir. 

Erróneamente, y en numerosas ocasiones, los dejamos ir desatendidos.

El futuro no existe. Es aún menos que el pasado. El futuro son los presentes que aún no han llegado, ni tenemos garantía de que vayan a llegar. En cambio, hacemos planes como si fuéramos infinitos, como si siempre nos quedaran muchos días por consumir y tuvieran tan poco valor, por ese exceso de oferta, que no fuera necesario disfrutarlos completamente, exprimirlos, sacarles toda su intensidad y todas las delicias y maravillas que llevan entre sus minutos.

El presente: lo único. 

Y es lamentable que lo dejemos morir sin conocer la gloria, y sin que sienta que le hemos atendido como se merece, que lo hemos valorado.


Te dejo con tus reflexiones…


Francisco De Sales
buscandome.es