jueves, 23 de marzo de 2017

El silencio


El silencio tiene su propia fragancia, su propio aroma.

    El silencio siempre está ahí. Aunque no lo percibamos, el silencio se mantiene sustentando lo audible. Entre palabras pronunciadas también existe el silencio; entre uno y otro pensamiento existe un espacio de silencio.

    El silencio que a veces se produce en nosotros de manera natural y espontánea, reporta un descanso, un bienestar y una gran serenidad. A veces se relaciona el silencio con tedio y aburrimiento y acabamos huyendo de él porque nos deja cara a cara con nosotros mismos y eso nos incomoda.

    Para acceder a él no sólo hay que acallar un griterío, no sólo hay que encerrarse en una habitación, no sólo hay que bajar el volumen del televisor. El silencio exterior llega a ser una antesala de otro silencio más renovador. Cuando el pensamiento acalla, cuando la agitación se disuelve, entonces no es que uno acceda al silencio, es el silencio quien nos toma. Embriagados en el mismo, emerge otro tipo de vivencia, se desarrolla otro tipo de comprensión. Uno parece tener espacio para afincarse, para enraizarse en su propio ser.

    El silencio no sólo es ausencia de sonido. En él se pronuncia un nuevo significado, en él se produce otro tipo de entendimiento. Traducir el silencio es dejar a un lado las palabras. La palabra está recargada de connotación, pero en sí, la palabra está hueca, en ella no hay nada intrínseco excepto lo que cada una conlleva y se le ha proporcionado. Es como una vagoneta que lleva una carga pero que no consigue ser transportada mucho más allá. El significado de la palabra lo encontramos en el intelecto, pero el silencio está más allá del intelecto. La relación de la palabra lo encontramos en la memoria, pero el silencio está más allá de la memoria.

    El silencio colma y sobre el mismo florecen bendiciones. Pero en el mundo que conocemos, el silencio puede llegar a estar mal visto. Una persona silenciosa, anclada en sí misma, saca de los nervios a la persona ruidosa que está al lado. Hacer ruido está visto como síntoma de celebración; el alboroto es sinónimo de alegría, pero se ignora que el silencio es síntoma de gozo, sinónimo de dicha.


 Aun estando solos en casa tenemos algo a todo volumen. ¿Qué tememos del silencio? ¿Qué deja al descubierto? ¿Qué solapa en nosotros el ruido que generamos o que proviene del exterior?

    Una persona que sabe relacionarse con el silencio se regocija en él continuamente. No tiene por qué dar saltos de alegría, no tiene por qué comunicarle al mundo cómo se siente, porque es en su mundo donde ha entablado amistad con su propia dimensión silenciosa. El silencio en uno alcanza su propio clímax, su propio orgasmo que tan sólo perciben aquellos que detectan el aroma del silencio.

    Pero a lo largo de la historia de la humanidad, el silencio nunca ha resultado atractivo. Las personas que han logrado hacerse un hueco en los libros de historia, son aquellas que hicieron mucho ruido, fueron inmensamente ruidosas, en cambio, jamás veremos referido ningún silencio, nunca se reseñará ningún registro. La persona silenciosa nunca se hará un hueco -ni seguramente lo desee- en ningún posicionamiento para hacerse notar, porque su idioma, su modo de expresar ya no es el común. El gentío no lograría conectar con la vibración sutil de su silencio. Su modo de expresar esa experiencia logrará vías distintas, incluso su hablar pausado, con consciencia y alerta, provoca destellos de ese silencio que ha eclosionado.

    Entonces a lo largo de la historia también ha habido personas tratando de hacer llegar el mensaje del silencio. Místicos, maestros espirituales, yoguis... Muchos han querido dar a probar lo que ellos han degustado, han tratado de ofrecer lo que ellos han saboreado. Pero como mucho han podido dar indicaciones, la posibilidad de girar la consciencia, pues el silencio no puede ser ofrecido desde afuera, pero sí señalado hacia los adentros. Debe ser un encuentro de uno mismo con el silencio que jamás se ha esfumado. Debe ser la búsqueda de acallar la mente, del aquietamiento del pensamiento, de la desidentificación del ego lo que deje espacio para emerger el silencio.

    Será entonces cuando el idioma se transforme, cuando el alma se renueve y el espíritu se fortalezca. Será cuando se manifieste lo inaudible, cuando se escuche el sonido que no es sonido, se articule la palabra que no es palabra, y percibamos el aplauso de una sola mano. Entonces el silencio traerá consigo su propia sabiduría, su propia enseñanza perenne, su propia cualidad de belleza que hasta entonces no conocíamos.

    Un baño de silencio no deja a la persona indiferente. Muta su consciencia, se transforma su ser. Ya no es invadido por el ruido del mundo, porque en su propia dimensión de silencio se recrea y se asienta deleitándose en su propio gozo. Entonces el silencio ya nos ha conquistado y ha enraizado en nosotros como un florecimiento que ha descifrado lo que nunca podrá ser explicado.



Raúl Santos Caballero
http://raulsantoscaballero.blogspot.com.ar/

miércoles, 22 de marzo de 2017

La palabra que arruina cualquier disculpa



Todos cometemos errores. No podemos evitarlos y, a veces, esas equivocaciones dañan a los demás. Entonces es momento de pedir disculpas.

Una buena disculpa puede remendar el daño causado y fortalecer el vínculo emocional entre dos personas. A través de una disculpa le decimos al otro que sentimos realmente lo que hicimos y que nos interesa reparar el daño y que se sienta mejor.

Sin embargo, una disculpa mal dada puede tener el efecto contrario: puede abrir aún más la herida y aumentar la distancia entre dos personas. De hecho, todos no saben disculparse adecuadamente. Disculparse es un arte que se debe aprender.

Obviamente, a muchas personas no les agrada disculparse porque se sienten incómodas. A nadie le gusta profundizar en sus equivocaciones ya que les hace sentirse vulnerables. Esas sensaciones hacen que a veces la disculpa sea torpe ya que queremos conseguir el perdón del otro pero sin reconocer que nos hemos equivocado.

Por eso, existe una palabra que jamás se debe utilizar en una disculpa ya que podría arruinarla por completo. Esa palabra es “Lo siento, pero

Añadir un “pero” al final solo sirve para contradecir la sinceridad del mensaje original. Ese “pero” es percibido como una excusa, por lo que la otra persona puede pensar que en realidad no lo sientes, que tu disculpa es falsa.

Las mejores disculpas son cortas y no incluyen explicaciones que puedan poner en tela de juicio la sinceridad y el arrepentimiento auténtico.

En este sentido, un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Stanford descubrió que una buena disculpa debe dejar claro estos tres puntos:

- Que entendemos lo que hemos hecho mal.

- Que asumimos plena responsabilidad por nuestro comportamiento, actitudes y/o palabras.

- Que ofrecemos un plan para arreglar las cosas, que encierre una promesa de mejora en el futuro.

Al contrario, una excusa ineficaz, que podría molestar al otro o incluso agravar aún más el daño, es aquella que incluye justificaciones o excusas dirigidas a minimizar la gravedad del error. Por ejemplo, una disculpa que diga: “Lo siento, pero usted me ofendió primero”, en realidad es solo un pedir perdón a medias, es lo que podríamos calificar como una disculpa “pasivo-agresiva” que puede enfadar aún más a la otra persona.


Psicologia/Jennifer Delgado

http://www.rinconpsicologia.com

Fuente:
Schumann, K. (2014) An affirmed self and a better apology: The effect of self-affirmation on transgressors' responses to victims. Journal of Experimental Social Psychology; 54: 89–96.


martes, 21 de marzo de 2017

Elige a alguien que quiera evolucionar a tu lado


El amor es una emoción fuerte que trasciende el tiempo y el espacio, mueve montañas y muchas veces desafía la razón. El amor es lo que nos deja aceptar a los demás por quienes son, a pesar de sus fallas o defectos. Cuando encuentres al amor en tu vida, te esforzarás por mantenerlo, pero es natural que también quieras saber que la experiencia sea real y duradera.
El amor requiere para trascender de confianza y eso quiere decir certeza, esa certeza que viene de la honestidad plena. Es como saber que estás en un puerto seguro donde no hay dudas. A continuación una hermosa reflexión:

Elige a alguien que quiera Evolucionar a tu lado.

Elige a alguien que decida liberar su corazón. Que quiera sanar sus heridas en lugar de embalsamarlas entre murallas. Que desee expandir todo lo que tiene dentro, aprender de la vida y compartir su Amor.
Elige alguien que esté dispuesto a Amar; Amar con lealtad, con honor y respeto. Que pueda mirarte como complemento y una extensión de su templo interno.
Que sea bondadoso con todos los seres y busque armonía en la vida.
Elige a alguien que entienda que el Amor es sagrado, que cuando los cuerpos se tocan las almas se conectan y comparten su energía en un acto divino.
Elige a alguien que te ofrezca su luz y no te haga pagar por sus sombras. Que desee crear, crecer y manifestar a tu lado, esa es la finalidad de ser pareja: acompañarse.
Elige a alguien que quiera evolucionar a tu lado… Llegarás a mí, cuando me convierta en lo que busco de ti.
Infinita Luz Dorada