miércoles, 26 de julio de 2017

¿POR QUÉ APLAZO LOS CAMBIOS NECESARIOS?



En mi opinión, esta es una pregunta que nos tenemos que hacer casi todos, porque casi todos –yo incluido, por supuesto- aplazamos en numerosas ocasiones el momento de hacer ciertos cambios que sabemos que son importantes, convenientes, imprescindibles, casi vitales, pero…

Pero nos entra una especie de pereza que es la suma de otras cosas: nuestra variabilidad, la inconstancia, algunas dudas, cierta desconfianza en uno mismo y en las propias capacidades, miedo, falta de decisión, excesiva precaución…

Uno puede ser consciente de todo lo citado al mismo tiempo que también es consciente de que tiene que tomar decisiones para hacer los cambios necesarios, y que tiene que poner esas decisiones en práctica y llevarlas adelante, pero…

Comprobado: cada vez que aparece un “pero”, siempre es una excusa, así que, sabiendo que es una excusa, lo mejor es imponerse un plazo, preferiblemente corto, para tomar la decisión correspondiente y hacerla efectiva.

Cada uno tiene que responsabilizarse de su vida y sus decisiones, y no es adecuado dejar que pase el tiempo, que sean los otros quienes la tomen, o que se tomen por sí mismas, porque eso implica una desatención imperdonable a la responsabilidad sobre la propia vida, y lo que se busca con ello –aunque uno no se dé cuenta- es tener algo o alguien a quien culpabilizar en caso de que no salga bien. Si uno no toma la decisión, es el paso del tiempo, o son los otros, los responsables de que no haya salido bien, y uno se des-culpabiliza aunque eso implique asumir el papel de “víctima de un destino cruel que se ha vuelto contra uno”.

Y eso es mentira. 

Uno tiene que asumir sus obligaciones y cumplir con el encargo que nos hacen cuando nos entregan la vida: “Haz de tu vida una vida de la que te puedas sentirte satisfecho”. (Y aún mejor si tu vida se puede convertir en algún aspecto en un modelo a imitar).

Cuando se produce una necesidad de cambio es, evidentemente, debido a la insatisfacción con la situación actual. Se quiere cambiar porque no se quiere seguir como se está en ese momento.

Repito alguno de los motivos que nos hacen aplazar la toma de decisiones de cambio: nuestra variabilidad, la inconstancia, algunas dudas, cierta desconfianza en uno mismo y en las propias capacidades, miedo, falta de decisión, excesiva precaución… Hay más motivos, por supuesto, y a ellos hay que añadir los motivos particulares, esos que los otros no comprenden pero que a uno le atenazan e imposibilitan.

Los complejos afectan y sujetan; el terror a equivocarse -porque se sabe que tras las equivocaciones se desencadena un proceso de recriminaciones y enfado con uno mismo- es otro de esos paralizantes graves; el hecho de tener que renunciar a otras opciones cuando uno ya se decanta -por fin- por una también es un freno potente; la inseguridad detiene continuamente las tomas de decisiones.

Los cambios reclaman realizarse, y nuestro yo más consciente se da cuenta de la necesidad y la importancia de hacerlos, pero…

Pero cada día encuentra una excusa lo suficientemente convincente como para aplazarlo, y esa excusa es útil durante un poco de tiempo, porque enseguida aparece la conciencia para recordar lo que hay que hacer, y eso le enzarza a uno en un debate en el que los sentimientos y la mente pelean argumentando sus razones propias que, siempre, resultan injustificables por el otro.

Los cambios que son necesarios, son necesarios. Este es el resumen.

Y si hay que hacerlos, hay que hacerlos.

Porque esos cambios que gritan desde el fondo su necesidad de realizarse salen de nuestras entrañas, de lo sabio que nos habita, de quien se da cuenta realmente de qué es bueno para nuestro bien, y por ello nos empuja a hacerlos.

Escuchémosles. Escuchémonos.

Cuando hayamos realizado esos cambios imprescindibles seremos nosotros los principales beneficiados.

Adelante. Atrévete. Hazlos.

Te dejo con tus reflexiones…



Francisco de Sales
buscandome.es

► Procrastinar: Postergar la toma de una decisión para ver si el destino, las circunstancias, el azar u otra persona toman la decisión por ti. 

martes, 25 de julio de 2017

Coincidir con alguien es maravilloso, pero “conectar” es mágico


Coincidir con alguien es fácil, lo hacemos a menudo y con decenas de personas cada día. Sin embargo, lo que es realmente mágico es llegar a “conectar”, es chocar de mente y corazón con alguien y descubrir de pronto cómo armonizan nuestros mundos, cómo vemos galaxias donde otros solo ven charcos de lluvia o cómo nuestras risas estallan al mismo tiempo y por las mismas razones…
A menudo, nos caracterizamos por esa atracción hacia el mundo de la fantasía o la ciencia ficción sin comprender que la vida misma encierra procesos todavía más increíbles, más mágicos e incluso desconocidos. ¿Qué media en esa conexión entre dos personas que sin conocerse casi de nada coinciden en un mismo punto y un mismo lugar para quedar atraídas la una por la otra?
► La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas
                                                                      Aristóteles           

No hablamos solo del proceso del enamoramiento, hablamos también de esa magnífica coyuntura que erige las amistades más sólidas, esas que no saben de tiempo ni distancia, pero sí de complicidades, de pactos y de esa armonía afectiva donde hay una preocupación recíproca y un cariño sincero.
Las personas conectamos, como lo hacen ciertos átomos, como lo hace la Luna al atraer el agua de los océanos provocando las mareas. Tal vez la vida misma sea eso, dejar que esa fantástica conexión que establecemos con ciertas personas a lo largo de nuestra vida nos lleve hacia un destino puntual, formando parte de un proceso de crecimiento donde permitirnos aprender, compartir, ayudar y ser ayudados dejando una huella emocional imperecedera en corazones ajenos al nuestro…

Las leyes de la atracción en la amistad

Elena y Sara se conocieron en la universidad. En una clase de comunicación audiovisual el profesor puso un vídeo de los “Monty Python” que arrancó las risas de toda la clase durante unos segundos. Sin embargo, cuando la mayoría de la clase estaba ya en riguroso silencio y concentrada en tarea, Sara seguía sin poder reprimir su risa. Cuando Elena la escuchó, tampoco pudo evitar lanzar una sonora y rotunda carcajada. Aquello marcó el inicio de su amistad. Una gran amistad.
Cuando hablamos de relaciones afectivas, o incluso de amistad, las investigaciones suelen profundizar mucho más en los beneficios que nos aportan este tipo de vínculos que en los desencadenantes: esos procesos subyacentes que configuran esa “mágica conexión” repentina, pero siempre determinante. Ahora bien, hay un aspecto que es necesario saber y que sin duda nos resultará curioso.
La amistad esconde procesos mucho más complejos que aquellos que determinan la simple atracción en una pareja. Hay una serie de leyes y de dinámicas psicológicas que nos interesará conocer.

La autorrevelación

Las amistades más auténticas no se basan solo en compartir aficiones comunes, en tener unos mismos gustos o valores. De hecho, tampoco el hecho de pasarlo bien juntos determina la fuerza y la trascendencia de una amistad.
Los expertos en psicología social saben que hay un punto de inflexión que determina si esa amistad va a perdurar o no. Hablamos de la autorevelación. Las personas necesitamos compartir nuestras preocupaciones, nuestros temores e inquietudes con otras personas para obtener apoyo, para sentir esa intimidad y esa complicidad tan terapéutica.
En el momento en que le comunicamos una confidencia a la otra persona y esta es a su vez capaz de custodiarla, de protegerla y de confiarnos apoyo, la magia se inicia. Cuando esa amistad nos abre su corazón y nos ofrece también sus propias revelaciones, esa magia se perpetúa.

El “pegamento” emocional y la ley del espejo

Una vez tenemos claro que podemos confiar en esa persona, necesitamos también de otros procesos que van a consolidar ese vínculo de poder que surgió de un hecho casual. Hablamos por supuesto de esos “regalos emocionales”, como son por ejemplo la lealtad, la consideración, el apoyo incondicional, el reconocimiento, la sinceridad o la capacidad para favorecer nuestro crecimiento personal.
Asimismo, existe otra idea aún más interesante que definieron los psicólogos sociales Carolyn Weisz y Lisa F. Wood de la Universidad de Puget Sound, en Tacoma, Washington. Hablamos de la teoría “mirror mirror” o del principio del espejo en la amistad. Se trata en realidad de algo tan elemental como trascendente a la vez.
Conectar con alguien supone dar con una persona que encaja con nuestra identidad, es alguien que muchas veces actúa como nuestro propio, reflejo o nuestro punto de equilibrio, de centro personal. El buen amigo será aquel capaz de decirnos, por ejemplo, que esa elección que hemos tomado o esa persona de la que nos hemos enamorado no encaja con nuestras esencias o incluso que nos está convirtiendo en algo que no somos (nos está apartando de nuestro propio reflejo).

Nuestro cerebro necesita “conectar” con personas especiales

Hay quien puede llamarlo intuición o sexto sentido, pero nuestro cerebro sabe muchas veces con quién es mejor “conectar”, con quién debemos salir a tomar un café para diluir las penas y dibujar esperanzas con el humo de un chocolate y a quien es mejor evitar, cerrar la puerta para dejar a un lado una posible amistad basada en el interés.

A nuestro cerebro le agradan las amistades sólidas y perdurables por una razón muy concreta: nos ayudan a sobrevivir, a conseguir que nuestro día a día tenga más sentido. 
Ese vínculo satisfactorio es una aspirina para el estrés, es el bálsamo que regula nuestros niveles elevados de cortisol y una inyección directa de dopaminas y serotonina que impulsan el latido de la felicidad.
Dejémonos llevar por casualidad, dejemos que la vida nos haga conectar mágicamente con esas personas especiales que hacen de nuestra realidad un escenario más maravilloso, más cálido e interesante.

Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com
Imágenes cortesía de Jerry LoFaro y Claudia Tremblay

lunes, 24 de julio de 2017

¿Elegimos la vida que queremos vivir?

►Para leerlo más de una vez. . . A.
El otro día una de las lectoras del blog Maestra de luz, decía que nosotros elegimos la vida que queremos vivir.
Este tema resulta fascinante, si bien tengo que advertir a los lectores, que todo lo que a continuación se va a decir resulta mucho más difícil de demostrar o apoyar con pruebas.
Existen muchas personas, muchas versiones y resulta difícil decantarse por uno u otro lado.
En el artículo de hoy he buscado la mayor credibilidad posible.

Todo lo que se va a decir aquí, fue recogido por Brian Weiss, a través de varios de sus pacientes mientras se encontraban en estado de hipnosis en los intervalos de sus regresiones a vidas pasadas. La mayor parte de la información aquí reproducida es tomada de su cuarto libro: “Los mensajes de los sabios”.
Brian Weiss se graduó en la Universidad de Columbia, Nueva York, en 1966, con todos los honores. Prosiguió sus estudios en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, donde recibió el diploma de médico en 1970. Después de un internado en el centro médico de la Universidad de Nueva York (Bellevue Medical Center), volvió a Yale para completar la residencia como psiquiatra. Al terminarla, aceptó un cargo en la Universidad de Pittsburgh. Dos años después se incorporó a la Universidad de Miami, para dirigir el Departamento Psicofarmacológico. Allí logró renombre nacional en los campos de la Psiquiatría Biológica y el abuso de drogas. Tras cuatro años fue ascendido al rango de profesor asociado de Psiquiatría y designado jefe de la misma materia en el hospital Mount Sinaí de Miami, afiliado a la universidad. Por entonces ya había publicado 37 artículos científicos y estudios de su especialidad.
Su odisea comenzó en 1980, hace 36 años cuando conoció a Catherine, paciente que por primera vez lo llevó a conocer vidas pasadas en sus regresiones hipnóticas. Con ella descubrió que una persona puede sanar al conocer eventos traumáticos ocurridos en otras vidas
A continuación expondré un resumen de lo que los pacientes del Doctor Brian Weiss dijeron bajo el estado de hipnosis. Brian Weiss ha escrito varios libros sobre este tema, es un conferenciante habitual en diferentes espacios de comunicación  y congresos.
Como ven aquí ya no hay múltiples casos con nombres y apellidos que se pueden estudiar. Aquí es preciso creer al doctor. Quiero pues dejar claros los términos para que sean ustedes queridos lectores los que expresen su parecer.

SOBRE LAS DIFERENTES DIMENSIONES

– Hay muchas almas en cada dimensión. Hay muchas dimensiones. Se está en diferentes planos en diferentes tiempos. Cada uno es un nivel de conciencia superior. El plano al que vayamos dependerá de lo mucho que hayamos progresado.
– Estar en el estado físico es algo anormal. Cuando se está en el plano espiritual, eso nos resulta natural. Cuando se nos envía de regreso es como ser enviados otra vez a algo que no conocemos. Nos llevará más tiempo. En el mundo espiritual es preciso esperar; luego somos renovados. Hay un estado de renovación. Es una dimensión, como las otras.
– Hay siete planos en total, cada uno de los cuales consta de muchos niveles; uno de ellos es el plano de la rememoración. Se nos permite ver la vida que acaba de pasar. A los de niveles superiores se les permite ver la historia. Pueden volver y enseñarnos la historia. Pero nosotros, los de los niveles inferiores, sólo podemos ver nuestra propia vida, la que acaba de pasar.
Esto parece lógico, y concuerda con lo expresado por los pacientes que tuvieron Experiencias cercanas a la muerte. El vaciado de la memoria de la vida que finaliza, en el  famoso túnel.
-Hay siete planos, a través de los cuales debemos pasar antes de que regresemos. Uno de ellos es el plano de la transición. Allí esperamos. En ese plano se determina qué llevará cada uno a su próxima vida. Todos tendremos un rasgo dominante. Puede ser la codicia, la lujuria, pero sea lo que fuere lo determinado, necesitamos saldar nuestras deudas con esas personas. Después se debe superar ese rasgo en esa vida. Debemos aprender a superar la codicia. De lo contrario, al retornar tendremos que llevar ese rasgo, además de otro, a la vida siguiente. Las cargas se harán mayores. Con cada vida por la que pasamos sin pagar las deudas, cada una de las siguientes será más dura. Si las saldamos, se nos dará una vida fácil. Así elegimos qué vida vamos a tener. En la fase siguiente somos responsables de la vida que tenemos. La elegimos.
El camino de regreso al ser espiritual y hasta la nueva  reencarnación es un proceso que divide aquí en 7 partes. Es de destacar que antes de partir a la nueva reencarnación el karma parece tener su protagonismo para configurar lo que será nuestro ego del avatar. Así pues será preciso superar esas asignaturas que llevamos más atrasadas. Cómo dice podemos ir acumulando o superando estas pruebas.
Una vez que nuestro karma se encuentra  en armonía, entonces podremos elegir la vida que queremos tener, es entonces cuando la elegimos, no antes.
Esto está en consonancia con las enseñanzas budistas e hinduistas y el conocimiento que han divulgado los grandes yoguis.
Por otra parte parece lógico. Siguiendo con el símil de examen, resulta normal que el alumno que ya estas capacitado obtenga más responsabilidad con respecto a si mismo. Los alumnos en proceso de desarrollo podrían utilizar mal estos poderes. Al igual que en la naturaleza  es preciso llegar para poder decidir si el camino mereció la pena.
– Son niveles de aprendizaje distintos, y tenemos que aprender algunos de ellos en carne propia. Tenemos que sentir el dolor. Los espíritus no sienten dolor. Están en una etapa de renovación. El alma se renueva. En estado físico, cuando entran en la carne, sienten dolor; pueden sufrir. En forma espiritual no se siente dolor. Sólo existe felicidad, una sensación de bienestar. Pero es un período de renovación por el que pasamos. En estado espiritual, la relación entre la gente es distinta. En estado físico, pueden experimentarse las relaciones.
-A medida que la energía vibratoria del espíritu va disminuyendo para que pueda vivir experiencias en ambientes más densos como vuestro plano tridimensional, el espíritu se va cristalizando y se va transformando en cuerpos cada vez más densos. El nivel de mayor densidad equivale al estado físico. En este estado, el ritmo vibratorio es el más lento, y el tiempo transcurre muy rápido, porque está en relación inversamente proporcional al ritmo de la vibración. Conforme éste aumenta, el tiempo transcurre más despacio. Esto explica por qué resulta difícil escoger el cuerpo apropiado y el momento oportuno para regresar al estado físico: se debe a la irregularidad del tiempo. Hay muchos niveles de conciencia y diferentes estados vibratorios. Pero no es primordial que conozcáis todos los niveles.
Aquí aparece una información trascendente, una serie de variables  y la interrelación entre ellas a la hora de la vuelta al mundo 3D. Aquí podemos comparar  con lo que se dice en el libro “Las aperturas temporales” ya comentado anteriormente. Efectivamente hemos visto como la velocidad del tiempo del ser espiritual debe ser más rápida que la del avatar. Eso permitirá  seleccionar los futuros potenciales sin agobios. Si fuera al revés, el ser espiritual tendría cada vez menos tiempo de poder ver las opciones.
Esto explica la razón por la que nuestra consciencia como avatar, está retrasada temporalmente y esto debe mantenerse durante toda nuestra vida 3D.
SOBRE NUESTRO APRENDIZAJE
– Debemos adquirir varios valores durante nuestro aprendizaje:
1. La inconmovible certeza de que somos inmortales. Estamos más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo.
2. La paciencia y de la espera.
3. La sabiduría del equilibrio natural.
4. La erradicación de los miedos, sobre todo del miedo a la muerte.
5. La necesidad de aprender la confianza y el perdón.
6. La importancia de no juzgar a otros.
7. La importancia de no interrumpir la vida de nadie.
8. La acumulación y el uso de los poderes intuitivos.
– Nuestras facultades las desarrollamos mediante las relaciones. Hay algunos dotados de altos poderes, que han regresado con más conocimientos. Ellos buscarán a quienes necesiten desarrollo, para ayudarlos.
– La muerte no es un accidente. Cuando mueren bebés y niños pequeños, se nos brinda la oportunidad de aprender nuevas lecciones. Ellos son nuestros maestros, nos enseñan mucho sobre valores y prioridades, y, por encima de todo, sobre el amor. Las lecciones más importantes suelen aprenderse en los momentos más difíciles.
-Elegimos a nuestros padres, que suelen ser almas con las que hemos interactuado en vidas anteriores. Aprendemos de niños, de adolescentes y de adultos, y evolucionamos espiritualmente a medida que nuestros cuerpos cambian. Cuando el alma abandona el cuerpo en el momento de la “muerte” física, seguimos el aprendizaje en planos superiores, que en realidad son niveles superiores de conciencia. Repasamos la vida que acabamos de abandonar, aprendemos las lecciones y preparamos la próxima existencia. El aprendizaje no termina con la muerte del cuerpo.
– Elegimos cuándo queremos pasar al estado físico y cuándo queremos abandonarlo. Sabemos cuándo hemos conseguido aquello a por lo que nos enviaron aquí abajo. Cuando has tenido tiempo de descansar y revigorizar el alma, se te permite elegir cuándo regresar al estado físico.
-No nacemos en nuestra familia por accidente ni por casualidad. Elegimos las circunstancias y preparamos un plan para nuestra vida antes incluso de ser concebidos. Nos ayudan en esa preparación los seres espirituales llenos de amor que después nos guían y protegen mientras estamos en el cuerpo físico y se va desarrollando el plan de nuestra vida. Podemos llamar destino a los hechos que van desarrollándose después de que los hayamos elegido.
-Existen pruebas importantes de que vemos los principales acontecimientos de la vida que tenemos por delante, los puntos de destino, en la etapa de preparación que precede a nuestro nacimiento. Se trata de pruebas clínicas, recopiladas por terapeutas a partir de los pacientes que han experimentado recuerdos previos al nacimiento mientras estaban hipnotizados o medicados, o de forma espontánea.
-Ya está programado quiénes serán las personas más importantes que conoceremos, cuáles los reencuentros con almas gemelas y compañeros del alma, incluso los lugares en los que sucederán esos hechos. Algunos casos de déjà vu, esa sensación de haber estado antes en un sitio o de haber vivido un momento, pueden explicarse como un vago recuerdo de esa anticipación de la vida que está cristalizando en la vida física que vivimos.
-Lo mismo sucede en el caso de la gente. Las personas adoptadas suelen preguntarse si el plan de su vida se ha visto alterado de algún modo. La respuesta es negativa. Los padres adoptivos se eligen, lo mismo que los naturales. Todo tiene su razón, y en el curso del destino no existen casualidades.
-Aunque todos los seres humanos tenemos un plan vital, también tenemos libre albedrío, lo mismo que nuestros padres y todas las personas con las que nos relacionamos. Nuestras vidas y las suyas quedarán afectadas por las elecciones que hagamos mientras estemos en estado físico, pero los puntos del destino sucederán de todos modos. Conoceremos a las personas que proyectamos conocer y nos enfrentaremos a las oportunidades y los obstáculos que habíamos previsto mucho antes de nacer. Sin embargo, la forma de desenvolvemos ante esas situaciones, nuestras reacciones y decisiones subsiguientes son las expresiones de nuestro libre albedrío. El destino y el libre albedrío coexisten e interactúan constantemente. Son cosas complementarias, no contradictorias.
Interesante afirmación esta , que nos plantea una vida semiprogramada por los actores principales y sin embargo con capacidad de elección a la hora de decidir.
-Las pruebas procedentes de los pacientes sometidos a regresiones coinciden en que el alma parece reservarse un cuerpo concreto, aproximadamente en el momento de la concepción. No puede ocuparlo otra alma. Sin embargo, la unión del cuerpo y el alma no se completa hasta el momento e nacimiento. Antes de eso el alma de un ser nonato puede estar tanto dentro como fuera del cuerpo, y a menudo es consciente de experiencias que suceden al otro lado. También puede percatarse de hechos que ocurren fuera de su cuerpo e incluso del de su madre.
-El alma no puede dañarse jamás. Ni los abortos espontáneos ni los provocados pueden hacerle daño. Cuando un embarazo no termina bien, no es infrecuente que la misma alma ocupe el cuerpo de un hijo posterior de los mismos padres.
-Los recuerdos del período anterior al nacimiento son importantes por muchos motivos. Fomentan las mejorías clínicas en pacientes cuyos síntomas derivan de traumas y relaciones de la primera infancia. Además, esos recuerdos demuestran que incluso antes de nacer ya existe una conciencia activa, que el feto y el recién nacido son conscientes de muchas más cosas de las que creíamos. Perciben e integran una gran cantidad de información. Una vez tenemos ese conocimiento, deberíamos replantearnos cómo nos relacionamos con esos seres diminutos. Están profundamente sintonizados con las expresiones de amor que les comunicamos, a través de palabras, pensamientos y sensaciones.Existen muchos niveles de conciencia que visitamos cuando el alma abandona el cuerpo físico. Uno importante es la etapa de aprendizaje, en la que repasamos nuestras vidas. Volvemos a experimentar cada encuentro, cada relación. Sentimos las emociones de la gente a la que hemos ayudado o hecho daño, amado u odiado, afectado positiva o negativamente. Sentimos sus emociones muy profundamente, pues se trata de un recurso de aprendizaje con mucha fuerza, una especie de reacción de respuesta instantánea e intensa al comportamiento que tuvimos cuando estábamos en la Tierra, en un cuerpo físico. Aprendemos a través de las relaciones, y por eso es importante comprender cómo hemos afectado a los demás.
Aunque quedan aún muchas notas que recoger creo que es preciso recapacitar sobre lo que aquí se ha visto y hacer un resumen antes de terminar. Todo este tipo de información requiere pequeñas dosis de información y grandes tiempos de reflexión.
La respuesta a la pregunta inicial de este artículo sería sí y no.
Al morir llevamos el regalo de nuestras vivencias de nuestras decisiones que sirven para que nuestro ser espiritual  evolucione y aprenda ya que él no puede experimentar las sensaciones de nuestro avatar.
Luego es preciso regresar y eso se hace con un plan donde se configura nuestro avatar con aquellas “asignaturas que aún tenemos pendientes”, aquí es el karma, nuestro sesgo de todas las vidas pasadas el que dice lo que hace falta.
Con el trabajo a realizar nosotros elegimos a nuestros padres y  a las personas que nos van a ayudar para conseguir nuestros objetivos. Imagino que esto puede hacer pensar a más de uno.
Se avisa que algunos seres por ejemplo los de los niños de muerte temprana, pueden ocupar estos avatares con el fin de producirnos, sentimientos y situaciones que debemos superar.
Así pues, esto supone un nuevo concepto para nuestras vidas. Las personas que amamos son personas que han significado algo en vidas anteriores. Las personas que podemos odiar por muchas causas, están ahí para hacernos pasar por esas experiencias que tenemos que superar.
No podemos ocupar cualquier avatar, sino uno que tenga la vibración que se adapte a nosotros, o lo que es lo mismo  que tenga una velocidad temporal compatible con la nuestra.
Sin embargo a pesar de estas programaciones tenemos la libertad, el libre albedrío para decidir y aprender.
Cada decisión nuestra supone una respuesta en un examen de nuestra  evolución consciente.
Todo esto es seguro que va a despertar interrogantes en todos vosotros, queridos lectores.
Como siempre compartir las dudas, las preguntas o las ideas será lo más enriquecedor para todos.

maestroviejo
http://selenitaconsciente.com