jueves, 7 de diciembre de 2017

LOS TRES PRINCIPIOS ELEMENTALES DE LA OSTEOPATÍA

El enfoque osteopático a cualquier nivel del cuerpo humano abarca siempre los tres principios del la Osteopatía, que son:
La HOMEOSTASIS, es decir el principio según el cual el cuerpo posee en sí mismo, en las condiciones normales, el potencial de luchar contra las agresiones, hasta que esas fuerzas superan las defensas internas, generando lesiones, fuentes de varias patologías. Es la capacidad de absorber todos los golpes, psíquicos y físicos, de cada tejido del cuerpo.
La UNIDAD de este ser humano como unidad indivisible de estabilidad y movilidad, en relación con su medio ambiente. Es decir, un sistema de sistemas internos en relación con su sistema exterior, el ambiental. Cada movimiento es particular de una estructura pero trabajan en unidad.
La RELACIÓN ENTRE ESTRUCTURA Y FUNCIÓN, que abarca las dos precedentes. Es la más conocida. Subrayamos, por ejemplo, que para restablecer la función en su totalidad, es imprescindible tomar siempre en cuenta su estructura completa.
Con el fin de mantener esta unidad doctrinal osteopática, cualquier enfoque clínico, terapéutico o gestual, deben respetar sus principios fundamentales que son la unidad del cuerpo, su potencial homeostásico y también la relación estructura función.

DIFERENCIA CONCEPTUAL ENTRE EL ENFOQUE OSTEOPÁTICO Y EL DE LA MEDICINA CLÁSICA:
La filosofía de la osteopatía no tiene bases en la filosofía de la medicina clásica. Pues la meta de la Osteopatía es sencillamente de dar al cuerpo su libertad en todos sus niveles, permitiendo la expresión de la vida (entendiendo por vida al movimiento), para que pueda manifestarse a este nivel en que se expresa, tanto en el orden de su movimiento general como en cada uno de sus movimientos particulares.
“El cuerpo puede expresar entonces totalmente su vida”
Se realiza una lectura peculiar, tanto al nivel corporal de cada una de sus articulaciones, de cada una de sus funciones, como de cada uno de sus órganos.
No es tratar síntomas, ya que el cuerpo puede hacerlo si se le permite a la vida expresarse tras él.

►Restaurando el propio poder de curación del cuerpo, entonces todas sus funciones se normalizan.

Alain Gehin, Dr. O. – EADOPA – 2004


Lic. María Laura Coscia
https://mlcoscia.wordpress.com

miércoles, 6 de diciembre de 2017

¿CÓMO NACE LA OSTEOPATÍA ?


La historia de la humanidad nos enseña indudablemente que en todo tiempo y en todos los lugares, los hombres han aliviado a sus congéneres utilizando manipulaciones articulares. Si los algebristas constituyen parte de esta historia, es a Hipócrates (el padre de la medicina) a quien corresponde el honor de ser el primero en escribir sobre este asunto, en un capítulo llamado “Periarthron” (de las articulaciones). Luego Galeno se enteró a su turno de la columna vertebral. Su famosa curación de “Pausanias” demostró su interés en ello, escribiendo por ejemplo que cuando una raíz nerviosa viniendo de la médula está atacada, se debe dar importancia a la columna vertebral. Y en el transcurso de los años otros médicos famosos demostraron su atención, tales como Avicena y Ambroise Paré, entre otros.
Después los progresos del conocimiento de la patología infecciosa pusieron freno a este interés médico más o menos embrionario para esas prácticas manuales, en el ámbito médico ortodoxo.
Pero ya paralelamente se había desarrollado desde la noche de los tiempos, ciertas maniobras manuales practicadas por los que llamaríamos ahora “empíricos” (no es el empirismo la fuente de todos los progresos de la medicina clásica?).
Los ponían en práctica cada vez que las circunstancias lo requerían. Esto empezaba con la vuelta en forma necesaria para la realización de un trabajo después de desarrollarse primero con la preparación física de los atletas en la arena. Y esas técnicas se estaban desarrollando considerablemente, formando verdaderos especialistas que fueron virtuosos, cuya fama superaba a la de los médicos. Desarrollados por fuera de la medicina, pero sumisos a la necesidad del ámbito, esos especialistas herederos de una medicina cuyas bases no fueron las de la enseñanza en la facultad, formaron verdaderos hombres del Arte: Los Rebouteux, Rhabilleurs en Francia, los Bone-setters en Inglaterra, los algebristas en España, los Feltchers en Polonia, los Hueseros en América del Sur, etc.
No tenemos que olvidar que en esta época hubo más Rebouteux al servicio de la Corte del Rey de Francia que médicos.
Pero este Arte se desarrolló en todos los países, como por ejemplo en los Estados Unidos por iniciativa de los inmigrantes, insertándose en el Nuevo Mundo. Es allí que nació la Osteopatía oficialmente en 1874, con el impulso de Andrew Taylor Still.
Esta izquierda de esos practicadores tradicionales fue tan talentosa que los médicos, sobre todo a lo largo del siglo XlX, se enteraron particularmente del algebrismo. Sir J. Paget, uno de los más grandes cirujanos de su época, escribía “aprenda a imitar lo bueno y a evitar lo que es malo en las prácticas de los algebristas”. Pero lo hemos visto ya, este desarrollo paralelo de este arte tradicional con la medicina, presente en la época y en todas partes del mundo, había dado luz a la Osteopatía, como dará a luz casi simultáneamente a la Quiropraxia, luego a la Etiopatía, etc.
Entonces Andrew Taylor Still crea la Osteopatía, después de haber dudado de la medicina oficial desde 1864, perdiendo una vez tras otra a tres de sus hijos. Adquirió la convicción de que Dios había hecho a su criatura la más perfecta con defensas naturales. Cuando todas las partes del cuerpo están ordenadas, el ser humano está bien de salud, y que al contrario, cuando no lo están, la enfermedad se presenta.
El arte de la osteopatía es de restablecer una situación normal en el organismo desde su estado anormal: de éste nuevo cambio de estado vendrá de vuelta a la salud.
La Osteopatía había nacido. Éste arte médico abarcaba por primera vez el diagnóstico manual con palpación al fin de descubrir todas las bajas de movilidad a todos los niveles orgánicos, la puesta en práctica de técnicas al nivel de los tejidos conjuntivos, de los órganos y manipulaciones articulares. Por fin todo lo que existe todavía hoy en día después fue perfeccionado, afinado, acrisolado, y poco a poco completado a la luz de los nuevos conocimientos anatómicos, fisiológicos biomecánicos y gestuales. A. T. Still abrió su primera escuela en 1882 “American School of Osteopathy” en Kirksville, y en 1897 el diploma de Doctor en Osteopatía fue oficialmente reconocido.
Luego otras escuelas se crearon y se desarrollaron. Más tarde un alumno de Still, Little-John, fue el primero que “importó” la osteopatía en Inglaterra. La “British School of Osteopathy” nació. El primer puente con Europa había sido construido: la Osteopatía empieza su desarrollo en el Continente Viejo.
Alain Gehin, Dr. O. – EADOPA – 2004


Lic. María Laura Coscia
https://mlcoscia.wordpress.com

martes, 5 de diciembre de 2017

Esto es lo único realmente importante (lo que la Muerte le enseñó a un joven brahmán)

Uno de los episodios más entrañables de la historia de la filosofía de la India -la visita de un joven brahmán a la Muerte- contiene una preciosa enseñanza sobre lo verdaderamente trascendental

 

El profesor Surendranath Dasgupta, autor de una ambiciosa y generalmente brillante historia de la filosofía de la India, señala en su capítulo sobre las enseñanzas de los Upanishads, los textos que revelan los secretos de los Vedas, orientados a buscar el camino del jnana (el conocimiento):

La emancipación es la meta natural y única del ser humano porque representa su naturaleza y esencia. Es realizar [hacer real] nuestra propia naturaleza lo que se llama emancipación. Ya que desde el principio y por siempre somos nuestra propia naturaleza esencial y por lo tanto [estamos] emancipados, lo único necesario para nosotros es saber lo que somos.

Así, lo único realmente importante es conocernos a nosotros mismos, todo lo demás son distracciones y obstáculos que prolongan nuestro sonámbulo y errático vagar por el mundo cíclico, donde el sufrimiento es la norma. El profesor Dasgupta entiende que este es el tema fundamental del Katha Upanishad, en el que el joven brahmán (brāhmaṇa en sánscrito) Naciketas tiene un intercambio memorable con la Muerte. Este es uno de los episodios más famosos en la historia de la literatura sánscrita y es considerado como la esencia de las instrucciones para alcanzar (o reconocer) el Atman, el alma inmortal que es la realidad intrínseca de todas las cosas, libre de todo sufrimiento, dicha inmaculada.

Como en toda historia clásica de instrucción esotérica, Naciketas, al ser enviado a la Muerte, a Yama, quien conoce lo que está más allá de lo perecedero, de lo mundano (todo lo que devora), debe probar su valor, su renuncia y su fe. Sólo así podrá acceder a la recompensa última que es la sabiduría. De entrada Naciketas muestra algo de su talante, al esperar a Yama haciendo un ayuno de 3 días en su morada. La Muerte, en recompensa a esta acción, le ofrece cumplirle tres deseos. Primero Naciketas resuelve su deuda con su padre y le pide a la Muerte que Gautama (su padre) olvide su enojo y se complazca de sus actos. Con esto muestra respeto a las normas brahmánicas y también simbólicamente se libera de su karma, lo que de alguna manera le permite acceder a un conocimiento más sutil y puro.

El segundo deseo es conocer el secreto "del fuego que conduce al cielo". Este fuego en la tradición védica es el sacrificio y la concentración ascética de la atención, "tapas". Yama la explica que el fuego "es el comienzo de este mundo", es la sustancia del sacrificio con el que se creó el mundo y es la llave también para alcanzar lo divino: "Este fuego es el medio para alcanzar el mundo infinito y también su fundamento, entiéndelo como asentado en la caverna del corazón". Yama luego le enseña a Naciketas a preparar el sacrificio del fuego.

Para su tercer deseo, donde se concentra la esencia de la enseñanza, Naciketas le pide a Yama conocimiento sobre la naturaleza del alma y si ésta subsiste a la muerte, una pregunta ciertamente pertinente pero que exige a la Muerte revelar su más celoso secreto. Mientras que los anteriores deseos habían sido cumplidos sin ningún reparo, en este caso Yama se muestra reticente. Le ofrece, en cambio, hacerlo príncipe del mundo y brindarle riquezas y placeres: "mujeres deliciosas con carros e instrumentos musicales", placeres a los cuales los mortales no acceden... Pero el joven muestra una madurez inusitada: "Las cosas de los mortales son efímeras, oh Antakr, y agotan el brillo de los sentidos. Incluso el calor de todos los sentidos se agota. Incluso una vida entera es deleznable. ¿Carros? ¿Danzas y canciones? Contigo toda vida es corta. La recompensa que deseo es lo que he dicho". A lo que Yama responde:

“Una cosa es buena, otra es placentera. Bienaventurado es aquel que elige la buena; aquel que elige el placer se desvía de su meta. Pero tú, habiendo considerado los objetos del deseo, los has abandonado. Estas dos, la ignorancia (cuyo objeto es lo placentero) y la sabiduría (cuyo objeto es lo que es bueno), son conocidas por ser opuestas y llevar a diferentes metas. Creyendo que este mundo existe y no el otro, el joven descuidado cae una y otra vez en mi dominio... El conocimiento que tú has pedido no se obtiene a través del raciocinio. Yo sé que la felicidad mundana es transitoria puesto que lo firme no será obtenido por lo que no es firme. El sabio, al concentrarse en el alma, conociendo aquello que es duro de aprehender, abandona tanto la alegría como el sufrimiento. Tú, Oh Naciketas, eres como una casa cuya puerta está abierta al Brahman [el Ser universal, la Verdad Absoluta]. Brahman es inmortal, quien sea que lo conozca obtiene todo lo que desea. El sabio no nace; no muere; no es producido de ninguna parte. Nonata, eterna, el alma no muere, aunque se mate al cuerpo; más sutil que lo sutil, más grande que lo grande, sin moverse viaja lejos, inmóvil alcanza la totalidad. Pensando en el alma como incorpórea entre cuerpos, firme entre cosas impermanentes, el sabio se libera de todo sufrimiento. El alma no puede alcanzarse con elocuencia, entendimiento o aprendizaje. Sólo puede alcanzarse por aquel a quien ella elige. A él le revela su propia naturaleza.”

La anterior es una traducción de lo expuesto sobre el Katha Upanishad por Dasgupta en el primer tomo de su Historia de la filosofía de la India y contiene lo esencial en términos filosóficos de lo que Yama le dice a Naciketas, si bien no incluye la instrucción completa más esotérica para alcanzar el Atman, que es parte de una enseñanza yóguica para conducir la energía por el canal central, desbloquear los nudos del corazón y separar al alma o al ser (purusha) del cuerpo. De cualquier manera esta enseñanza más esotérica necesita, para aplicarse, de la instrucción oral precisa de un gurú. Dasgupta explica el último enunciado:

Siempre que el Sí mismo [Self] se identifique con sus deseos actúa en concordancia con ellos y cosecha sus frutos en el presente y en vidas futuras. Pero cuando llega a conocer la verdad más alta de sí mismo [de su ego], que él mismo es la esencia más alta y el principio del universo, lo inmortal e infinito, deja de tener deseos, y alejándose de los deseos realiza la verdad última de sí mismo en su propia infinitud. El hombre es, como si fuere, el epítome del universo y contiene dentro de si los constituyentes del cuerpo groso (annamaya kosa), las funciones vitales (pranamaya kosa), el deseo y la voluntad (manomaya) y los pensamientos e ideas (vijnanamaya), y hasta que se mantenga a sí mismo en estas esferas y atraviese por una serie de experiencias en esta vida y en vidas siguientes, estas experiencias obedecen a sus deseos y en ese sentido son creadas por él mismo. Sufre placeres y dolores, enfermedad y muerte. Pero si se retira de éstas hacia su verdadero ser inmutable, existe en un estado de unidad con su experiencia y no hay cambio ni movimiento. Lo que es este estado no puede explicarse por medio de conceptos. Uno sólo puede indicarlo apuntando que no es ninguno de los conceptos que pueden encontrarse en el conocimiento ordinario; no es nada de lo que uno conoce como esto o esto otro (neti neti). En este infinito y verdadero sí [Atman] no hay diferencia, no hay diversidad, no hay yo o tú. Es como un océano en el cual toda nuestra existencia fenoménica se disolverá como un grano de sal en el agua.


Fuente: Pijamasurf